Por Rafael Cano Franco
Al presidente Andrés Manuel López Obrador, siempre le hace falta un enemigo.
Cuando no los tiene plenamente identificados, los inventa; los busca y los presenta, los acosa, los hostiga, les echa encima el aparato de gobierno y se regocija en la exhibición de “los pecados” que les inventa. No es que sea el presidente más atacado, pero sí el que más ha atacado.
Umberto Eco llegó a decir en su texto “Construir el enemigo”: “Tener un enemigo es importante no sólo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestra valía. Por eso, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo”.
El presidente López Obrador no es que tenga enemigos, que sí los tiene; pero en la realidad lo que ha hecho es construirlos. Construyó una oficina tipo “Big Brother” para verificar los textos de los periodistas y lo hace mal, pero no importa, lo trascendente es que en esos escritos encuentra su material para la diatriba y con ello señala a la prensa “amafiada” que todos los días arma complots en su contra.
La Cuarta Trasformación es un mundo surrealista, que lo concibe el Presidente y lo dibuja todos los días, es una realidad alternativa donde: “los servicios de salud son como los de Dinamarca”, “no hay masacres ni asesinatos”, donde los niños con cáncer son una confabulación de los que perdieron privilegios para recuperarlos, donde no se ha contratado deuda pública para financiar proyectos sociales; donde el AIFA, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, son tan necesarias para el pueblo que por eso se oponen, no importan si no se usan, si son un barril sin fondo de corrupción o si estratégicamente no tienen futuro.
De lo que se trata es de construir un mundo según su muy particular punto de vista y que a su vez será negado por sus enemigos. Es precisamente ante esa diferencia de opinión que general la oportunidad para salir y señalar a los traidores y sus leales seguidores le van a aplaudir y al mismo tiempo condenarán a los descreídos.
La construcción de enemigos nunca es pacífica; la paz implica considerar que aquel cuyo pensamiento es diferente es solamente un adversario político. Pero una vez que se convierte en enemigo, ese otro no tiene derechos, ni siquiera el del debate de las ideas, o el derecho de réplica o de defenderse de los ataques públicos, por tanto, debe ser anulado porque representa una seria amenaza para la nación; esa nación que existe en la mente del Presidente.
Este camino lo han debido de seguir muchos, desde intelectuales a periodistas, desde científicos a líderes sociales; desde la iglesia católica hasta los empresarios; desde ciudadanos que demandan atención hasta políticos, hombres y mujeres, que están en el bando opositor.
¿Quién llegó a pensar que Xóchitl Gálvez no sería ese nuevo enemigo? En un presidente como López Obrador era imprescindible que alguien saliera a recibir sus andanadas de críticas, sus descalificaciones, en alguien debía recaer el título de “enemigo”. No creo que AMLO tenga miedo de lo que ella representa, en realidad la necesita para poder contrastar su proyecto personalísimo y, por alusión, salir a defenderlo cada vez que sea criticado.
Así entiendo sus ataques a la senadora Xóchitl Gálvez, solamente bajo este extenso relato puedo intentar comprender que los señalamientos de “clasista” o “racista” que le aplicó en su conferencia mañanera, es la única manera de poder justificar ese deseo por construir enemigos para luego lanzarse en contra de ellos. Todo lo que dijo el lunes se inscribe en este contexto tan claro.
El problema es que el Presidente había creado enemigos que, o no se defienden –sea por miedo, por ser corruptos o por no importarles–, los que se defienden en tribunas de poca exposición; pero en el caso de la senadora Xóchitl Gálvez cada descalificación ha recibido respuestas, cada vez con mayor creatividad e impacto.
A estas alturas a López Obrador no le preocupa que su candidata pierda la Presidencia de la República, algo que en estos momentos no se ve posible; lo que sí está viendo es que la Cuarta Trasformación corre peligro de descarrilarse, porque un enemigo fuerte y verdadero le puede arrebatar el control de las Cámaras y con ello echar abajo su proyecto transexenal.