El caso de Javier Corral, el exgobernador de Chihuahua que hoy se pasea por la Ciudad de México con un amparo bajo el brazo, mientras es perseguido por la justicia de su estado, es una muestra de la impunidad y el cinismo que imperan en la política mexicana.
Vale recordar que Corral, siempre se presentó ante los chihuahuenses como un defensor de la democracia y la transparencia, pero al final resultó ser un corrupto y un traidor como muchos políticos sinvergüenzas, que desvió recursos públicos y se alió con el partido Morena para evitar rendir cuentas.
La Fiscalía Anticorrupción de Chihuahua, encabezada por el abogado juarense Abelardo Valenzuela, ha documentado que Corral y su exsecretario de Hacienda, Arturo Fuentes Vélez, pagaron 98 millones 600 mil pesos a una empresa que nunca brindo un servicio al estado. Esos recursos bien se podrían haber destinado a obras sociales y de infraestructura.
Además, se ha revelado que otros 15 exfuncionarios de su gobierno corralista participaron en una red de desvío y reparto de cheques, que alcanza un monto de mil millones de pesos.
Obviamente, hasta ahora no se conocen nombres, pero se trata de personajes que supuestamente participaron un robo en despoblado millonario. Una distribución a discreción entregada durante el quinquenio de Javier Corral, que alcanzó varios niveles jerárquicos de su gobierno.
Corral, que gobernó Chihuahua de 2016 a 2021 por el Partido Acción Nacional (PAN), se convirtió en uno de los principales opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al que acusó de autoritario y de intervenir en las elecciones locales.
Sin embargo, en un giro sorprendente, Corral anunció su adhesión a Morena, el partido de AMLO, lo que le valió para que desde palacio nacional salieran en su defensa.
Esta maniobra le ha servido para obtener el respaldo de la Fiscalía General de la República (FGR), que ha obstaculizado el proceso judicial en su contra y ha impedido su captura. Así, Corral se ha burlado de la justicia, que ha intentado detenerlo sin éxito.