Por Rafael Cano Franco
Luego del proceso electoral del fin de semana, donde Morena le arrebató al PRI la gubernatura del Estado de México, aunque el PRI, en alianza, pudo conservar, y con una amplia ventaja, la gubernatura de Coahuila, lo que ahora se especula es si el Partido Revolucionario Institucional entró en una fase agónica.
Los resultados obtenidos en los últimos años indican que así es. El PRI, como partido político parece que agoniza. Esto se agrava todavía más con una dirigencia nacional impresentable, preocupada exclusivamente por obtener canonjías y mantener una minúscula parcela de poder desde donde pueda mantener sus privilegios.
Alejandro Morena Cárdenas, es según los resultados electorales obtenidos por su partido, el peor dirigente en la historia del PRI. Ha perdido 15 de 14 gubernaturas que tenían desde que él llegó a la dirigencia nacional.
Pero el PRI conserva un voto duro que lo hace competitivo de manera municipal y distrital.
El análisis debe centrarse en lo que ofrece el PAN. Es evidente que, con varias gubernaturas en la bolsa, pareciera que el PAN tiene mucha mayor posibilidad de subsistencia política e incluso que es quien más aporta en la elección.
Pero lo que se vio en la elección pasada es totalmente lo contrario.
En Coahuila perdió uno de cada 7 votos que obtuvo hace seis años y en el Estado de México su debacle es más grave, ahí perdió el 25 por ciento de la votación.
El PRI fue quien aportó la mayor cantidad de votos, tanto en Coahuila como en el Estado de México. De hecho, en la entidad mexiquense superaron la votación obtenida hace seis años y lograron más de los sufragios programados, en este proceso obtuvieron 3 millones 490 mil votos contra los más de 3.5 millones de votos de Morena.
En ambas elecciones fue el PAN quien no aportó los votos suficientes para que ganaran los candidatos postulados en alianza y esto marcó la diferencia en el Estado de México, donde resulta que aquel famoso “corredor azul” simplemente ya no existe.
En Coahuila, donde hace seis años fueron una oposición que se quedó en la orilla, para esta elección no pudieron aportar los votos suficientes, ahí se puede hablar de que no tiene efectos porque la victoria diluye esta situación, pero es evidente que la Alianza es solamente un parapeto donde el PRI es el que aporta los votos, carga con las derrotas y comparte las victorias.
Es importante la reflexión porque la selección de la candidatura presidencial corresponderá al PAN y todo indica que el favorito de la dirigencia nacional es Santiago Creel, un personaje que en las contiendas internas salió derrotado en diversas ocasiones y no es la figura que pueda motivar a la sociedad opositora al régimen para que salgan a votar.
Vienen tiempos definitorios, pero es importante para dirigencias y militancias de partidos políticos, así como para las organizaciones civiles que promueven una alianza como el único frente para derrotar a Morena, si esa es la auténtica fórmula a la que pueden recurrir.
A estas alturas quedó demostrado que no basta ser solamente “antiamlo” para presentarse a un cargo de elección popular, es necesario un discurso que cobije a todos los sectores, propuestas concretas y bien sustentadas, diseñar una estrategia de penetración electoral y todo eso es inexistente en estos momentos.
Salvo los casos excepcionales de Durango y ahora Coahuila, en todos los procesos electorales donde participó la Alianza de partidos contra Morena y sus aliados, perdieron la elección y es que hasta ahora lo único que los une no es derrotar a partido oficial, están ligados porque así pueden conservar ciertas posiciones.
Pero el PAN ha resultado mucho más inteligente en este proceso. Jamás han arriesgado los estados que gobiernan, no han ido en alianza y eso les ha permitido conservar una identidad y una lealtad de sus militantes que les permitió refrendar triunfos en varias entidades.
Así las cosas, no se trata de la agonía del PRI o del PAN de lo que se debe hablar; el tema debería ser si la alianza entró en estertores y está moribunda.