Por Rafael Cano Franco
Puede que no sean los tiempos electorales, según dice el Instituto Nacional Electoral (INE), pero en la realidad hay una contienda sorda en las dos grandes fuerzas políticas que están tratando de acomodar sus maquinarias con la menor cantidad de pérdidas y heridas posibles.
Es un round robin electoral, donde todos van contra todos, porque la candidatura presidencial será para uno de cada grupo en disputa. Y en un round robin se vale todo.
En el juego de “las Corcholatas”, por más que las reglas impiden cuestionamientos directos entre los y la aspirante, por más que tratan de aparentar existe unidad, la realidad es que en el grupo hay dos bandos: “las corcholatas que valen” y “las Corcholatas que no valen”. En el primero están solamente dos; la señora Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; en el segundo figuran un apabullado Adán Augusto López, a quien la contienda le sirvió para mostrar sus hechuras de corrupto; Ricardo Monreal, quien solamente cumplió un capricho de “estar”, Gerardo Fernández Noroña, quien critica el proceso y las formas; y el “Güero” Velazco que da más pena que gloria.
Es evidente que a estas alturas hay sucesos concretos que permiten establecer que la pelea sorda está entre Claudia y Marcela. Ella sin alegría, fría, muy poco emotiva y evidentemente cansada; él tratando de alcanzarla, pero viendo que no lo va a lograr y tratando de negociar y encarecer la derrota.
Claudia con una ventaja que se mantiene, pero no crece; Marcelo con una salida espectacular que se apagó de momento y que ni siquiera sus propuestas en materia de seguridad y salud pueden impulsarlo lo suficiente para acortar ventajas. Pero además con una abierta crítica permanente entre ambos y con seguimiento dado por sus respectivos equipos a la lucha que pretenden hacer sorda, pero que deja muchas huellas que identifican el origen del golpeteo.
Del otro lado, en el Frente Amplio Por México también hay barruntos de tormenta. Las estructuras de los partidos políticos PRI y PAN, incluso la del PRD, lograron hacer la tarea e impulsar con las firmas suficientes a sus militantes.
No puede extrañar que Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid, Santiago Creel o Silvano Aureoles lograran conseguir más de 300 mil firmas para seguir participando. Cierto que ninguno de ellos genera la emotividad y alegra tanto la contienda como Xóchitl Gálvez, pero pensar que están haciendo “chapuza” es tanto como pensar que realmente eran cascarones vacíos.
En México hay todavía millones de príistas y de panistas, eso es innegable, de ahí que si se saben tocar las teclas correctas se puede lograr seguir avanzando en el proceso. Al final de cuentas la parte más fácil es precisamente la de conseguir firmas.
En este punto se equivocan Claudio X. González y la propia Xóchitl Gálvez al filtrar la versión de que en la recolección de firmas hay “chanchullo” porque “no los ven recorriendo el país”. Esto es una distorsión de ambos, al menos Enrique de la Madrid y la propia Beatriz Paredes sí han visitado Sonora y tienen equipos que respaldan su proyecto.
Pero además, a la propia Xóchitl Gálvez no le conviene caminar en solitario por el resto del proyecto.
Entre más figuras existan, más son los frentes de batalla que abre la oposición al gobierno.
En lo personal no tengo la menor duda que la señora Xóchitl Gálvez debe ser la abanderada del Frente Amplio por México, es la carta que aporta frescura y que realmente irrumpe de manera positiva en el ambiente electoral del lado opositor.
Pero de eso a pensar que los dirigentes de partidos políticos no van a buscar negociar posiciones, tratar de tener argumentos de fuerza para sentarse a pelear cuando llegue la repartición del pastel, es considerar que ella tendrá la mano para todo y eso no es necesariamente lo que va a suceder.
En Morena y su entorno no hay que espantarse por los sucesos actuales; al final quien gane no solamente tendrá un aval interno, sino contará con el respaldo más importante que es el del presidente López Obrador.
Y en el Frente Amplio por México, es evidente que las estructuras todavía funcionan y aunque no sirvan para más, sí ayudan a encarecer las negociaciones.