El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, recibió este martes a las puertas del Palacio del Planalto, y bajo salvas de cañón, el corazón del emperador Pedro I, breve monarca portugués que proclamó la independencia del país hace 200 años.
“Dos países unidos por la historia, ligados por el corazón. Doscientos años de independencia, una eternidad en libertad. ¡Dios, patria, familia! ¡Viva Portugal! ¡Viva Brasil!”, clamó Bolsonaro durante la recepción del corazón.
El corazón llegó desde Porto en una urna dorada y fue recibido con honores militares tras aterrizar en la base aérea de Brasilia.
Es la primera vez que el órgano sale de Portugal y desde el jueves será exhibido en el Ministerio de Asuntos Exteriores hasta el 5 de septiembre, con motivo de la conmemoración de los 200 años de la independencia de Brasil.
El 8 de septiembre, un día después de las celebraciones por la independencia, pondrá de nuevo rumbo a Portugal, donde volverá a ser guardado en la sala principal de la Iglesia de la Hermandad de la Lapa, en Porto, donde Pedro I pidió que se conservará según el testamento dejado a su muerte.
Si bien la llegada de los restos del monarca a suelo brasileño ha sido avalada desde un punto de vista técnico por el Instituto Médico Legal de la Universidad de Porto y político tras una votación en la Cámara Municipal de la ciudad, en Brasil ha generado cierta controversia por los riesgos al corazón y el dinero invertido.
Aristegui