Por Eduardo Borunda
Te has preguntado alguna vez si hay diferencias entre un grupo de trabajadores que desempeñan un rol igual en una empresa. La pregunta es respondida simplemente con un “no hay diferencias”.
Podemos describir que una plaza laboral tiene condiciones homogéneas para su desempeño, sin embargo, cuando agregas indicadores y/o categorías específicas cambian las percepciones mentales, las ideas de quién labora y el cómo lo hace.
Las categorías de edad, sexo, y condición de estudiante provocan de inmediato una reacción negativa: no tienen experiencia, son conflictivos por naturaleza, no van a tener disponibilidad de tiempo completo o cuando se les necesite. Con sólo estos tres puntos, empieza la exclusión laboral en los mercados de ocupación de las empresas, no sólo en México sino a nivel mundial.
La mujer actual está más preparada en los ámbitos académicos, culturales, sociales, laborales, científicos, humanistas. No hay duda de eso, sin embargo, esos talentos que poseen no son obra de la casualidad, les ha tocado más tiempo completar esos ciclos, cerrar esas etapas de formación y madurez, producto, precisamente de la exclusión que han vivido históricamente.
También hay que reconocer como decía una de las participantes en un ejercicio de consulta o círculo de opiniones sobre temas específicos, que la mujer siempre ha ejercido un poder tras el trono: Cleopatra es uno de los ejemplos donde Julio César y Marco Antonio sucumbieron ante los atributos y mandatos de la faraona egipcia. Helena de Troya supo llevar a la campiña la sangre y la guerra por sus dones dónde «Paris» perdió la gracia como estadista. Situaciones de esta naturaleza siguen siendo motivos ahora de “escándalos” políticos, académicos y de cualquier otra naturaleza humana.
En conclusión, nos comentaba la participante a la que llamaremos “Helena” era difícil que una dama subiera en las posiciones de un puesto público, pues si bien se fijaban en las cualidades o atributos físicos, no consideraban la inteligencia, el liderazgo, las competencias de oratoria o comunicación oral u organizativas al momento del desempeño profesional dentro de una administración pública.
El ejemplo lo explica con sus propias palabras: “Cuando me asignaron un puesto era muy complicado al principio porque tanto los hombres como las mujeres pensaban que es muy guapa y de seguro le gusto al jefe o anda con alguno de la oficina y tiene padrino”. Las expresiones en el ámbito laboral quitan méritos a las trabajadoras o trabajadores por comentarios donde las propias mujeres no dejan que otras mujeres sean valoradas.
En contra sentido, una de las personas que respondieron las preguntas, comentaba que tuvo acoso laboral y sexual, precisamente por los atributos que comentamos en la entrega anterior: “Fue difícil para mí, hablé con mi supervisor, me cambiaron de departamento, tuve una jefa mujer, vio mi trabajo y pude por fin escalar dentro de la empresa” comentaba Verónica sobre su experiencia.
Otros comentarios recibidos fueron tajantes: “La belleza de una mujer ya no es más importante que su inteligencia y su experiencia”. Si ayudan los atributos, verse bonita, arreglada, pero deben tenerse otras competencias laborales para que te tomen en cuenta, concluyó una de las mujeres que participaron en la consulta.
En conclusión, podemos decir que, en México, con más de un 50 % de mujeres en la población total, se consolida la frase de que el futuro tiene un rostro de mujer en todos los ámbitos. El acoso laboral y sexual sigue estando presente, por ello es necesario contextualizar políticas para evitarlo dentro de las empresas y organismos gubernamentales. Los tiempos han cambiado, las expresiones misóginas aún prevalecen en ciertos círculos, difíciles de erradicar, pero no imposibles de enfrentar.