Tras el devastador tiroteo en la sala de conciertos Crocus City Hall en Moscú, que dejó un saldo de decenas de muertos y heridos, Ucrania ha salido al paso de cualquier implicación en el trágico suceso.
«Seamos claros, Ucrania no tiene absolutamente nada que ver con estos acontecimientos», declaró Mijaílo Podoliak, consejero de la presidencia ucraniana, a través de la plataforma Telegram. Podoliak calificó el ataque de «acto terrorista» y negó categóricamente que su país haya recurrido a métodos de guerra terroristas.
El ejército ucraniano, que lleva enfrentándose a las tropas rusas desde hace dos años, ha rechazado cualquier responsabilidad en el atentado. Por el contrario, ha acusado a los servicios especiales rusos de estar detrás de la tragedia.
La «Legión de la Libertad de Rusia», un grupo de combatientes rusos antigubernamentales basado en Ucrania, también ha negado su participación en el ataque, asegurando que no combaten contra civiles rusos y responsabilizando al «régimen terrorista de Putin» por la sangrienta provocación.
Ante estas acusaciones, el expresidente ruso Dmitri Medvédev ha advertido que Rusia tomará medidas drásticas si se demuestra la implicación de líderes ucranianos en el ataque, amenazando con una respuesta contundente contra aquellos que hayan perpetrado tan atroz acto.
