Corea del Norte envió este jueves 12 aviones de combate cerca de la frontera con Corea del Sur, lo que hizo que Seúl desplegara 30 aviones militares como respuesta, según las autoridades surcoreanas.
Ocho cazas y cuatro bombarderos norcoreanos hicieron un vuelo en formación en lo que se creía eran maniobras que simulaban ataques aire-tierra, indicaron las fuerzas armadas.
Corea del Sur respondió con el despegue de 30 aviones de combate.
Pyongyang había lanzado antes dos misiles balísticos hacia sus aguas orientales, mientras que Corea del Sur realizó maniobras navales con Estados Unidos y Japón al este de la Península de Corea como respuesta.
Los nuevos lanzamientos de misiles sugieren que el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, está decidido a continuar con sus pruebas armamentísticas para reforzar su arsenal nuclear en desafío a las sanciones internacionales. Muchos expertos dicen que el objetivo final de Kim es que Estados Unidos le reconozca como estado nuclear legítimo y levante sus sanciones, aunque Estados Unidos y sus aliados no han dado muestras de que quieran permitirlo.
Los últimos misiles se lanzaron con 22 minutos de diferencia desde la región de la capital norcoreana y cayeron entre la Península de Corea y Japón, según un comunicado del Estado Mayor surcoreano.
El segundo misil podría haberse lanzado en una trayectoria “irregular”, indicó el ministro japonés de Defensa, Yasukazu Hamada. Se ha empleado ese término para describir el vuelo de un arma norcoreana basada en el misil ruso Iskander, que se desplaza a baja altitud y está diseñada para ser maniobrable en vuelo y mejorar sus posibilidades de evitar las defensas antimisiles.
Más tarde el jueves, destructores estadounidenses, surcoreanos y japoneses participaron en maniobras conjuntas cerca de la Península de Corea para mejorar su capacidad de localizar, seguir e interceptar misiles balísticos norcoreanos, según el Estado Mayor surcoreano.
El destructor estadounidense forma parte del grupo de combate del portaaviones nuclear USS Ronald Reagan, que regresó a la zona en lo que el ejército surcoreano describió como un intento de demostrar la “firme voluntad” de los aliados de hacer frente a las provocaciones y amenazas continuadas de Corea del Norte.
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