Un equipo de científicos de la Universidad de Oxford ha hecho un descubrimiento revolucionario que desafía las creencias establecidas sobre la descomposición cerebral post mortem. Este hallazgo, basado en el estudio de un cerebro bien conservado de hace mil años encontrado en un cementerio en Bélgica, sugiere que los tejidos cerebrales pueden preservarse mucho más de lo que se creía anteriormente.
El cerebro, perteneciente a una persona cuyos restos fueron excavados en el cementerio del siglo X de Sint-Maartenskerk en Ypres, Bélgica, presenta pliegues suaves y húmedos, así como una coloración naranja debido a los óxidos de hierro tras el paso del tiempo.
Este hallazgo llevó al equipo de investigación a examinar un archivo arqueológico de más de 4 mil cerebros humanos, algunos con una antigüedad de hasta 12 mil años, con el fin de comprender mejor los procesos de descomposición cerebral.
Los resultados de este estudio desafiaron las expectativas previas, demostrando que los tejidos cerebrales pueden resistir la descomposición mucho mejor de lo que se creía. Además, la organización de los cerebros según su ubicación reveló que las condiciones ambientales locales pueden influir en una preservación aún mayor.
Tradicionalmente, se pensaba que la descomposición del cerebro solo se detenía o ralentizaba mediante procesos artificiales como la momificación o el embalsamamiento. Sin embargo, este descubrimiento sugiere que, en ciertas condiciones, los cerebros pueden conservarse de forma natural durante largos períodos.
Este estudio no solo desafía nuestro entendimiento actual sobre la descomposición cerebral, sino que también plantea nuevas preguntas sobre los procesos de conservación post mortem en general, abriendo nuevas áreas de investigación en la arqueología y la ciencia forense.