El grupo mercenario ruso Wagner ayuda a las fuerzas gubernamentales del centro y el norte de Mali a realizar incursiones y ataques con drones que han matado a miles de civiles, entre ellos muchos niños, dijeron grupos de derechos humanos en informes publicados esta semana y que cubren el periodo de diciembre a marzo.
Mali y sus vecinos, Burkina Faso y Níger, han combatido por más de una década a una insurgencia compuesta por grupos yihadistas, entre ellos algunos aliados con Al Qaeda y el grupo Estado Islámico. Después de los golpes de estado perpetrados por el ejército en las tres naciones en años recientes, las juntas militares gobernantes expulsaron a las fuerzas francesas y recurrieron a unidades de mercenarios rusos para obtener asistencia de seguridad.
La violencia ha escalado en Mali desde que los mercenarios rusos llegaron tras un golpe de estado en 2021. Su junta gobernante ha aumentado las operaciones, llevando a cabo mortíferos ataques con drones contra reuniones de civiles, así como incursiones acompañadas por mercenarios rusos donde han muerto civiles.
“El gobierno militar de transición de Mali, respaldado por Rusia, no solo comete terribles abusos, sino que trabaja para eliminar el escrutinio de su situación de derechos humanos”, señaló en un comunicado emitido el jueves Ilaria Allegrozzi, investigadora de alto nivel de Human Rights Watch sobre el Sahel.
En un ejemplo de una incursión efectuada en enero por fuerzas gubernamentales respaldadas por Rusia, Human Rights Watch dijo que el ejército entró en un poblado cerca de una base militar del centro de Mali y arrestó a 25 personas, entre ellas cuatro niños. Sus cadáveres fueron encontrados más tarde ese día, con los ojos vendados y con heridas de bala en la cabeza, según el informe.
Amnistía Internacional dijo a principios de esta semana, en un informe separado, que dos ataques con drones realizados en el norte de Mali mataron a al menos 13 civiles, entre ellos siete niños de entre 2 y 17 años. Una mujer embarazada que resultó herida en el bombardeo abortó días después del ataque, según el informe.
Las juntas militares que gobiernan Mali, Níger y Burkina Faso anunciaron a principios de este mes una fuerza de seguridad conjunta para combatir la violencia extremista en la región del Sahel. Esto sigue los pasos tomados por las juntas militares para alejarse de otras naciones regionales y occidentales que no están de acuerdo con su enfoque y buscar el apoyo de seguridad de Rusia.
Aunque los militares han prometido acabar con las insurgencias en sus territorios tras derrocar a sus respectivos gobiernos electos, los analistas del conflicto indican que la violencia ha aumentado en sus regímenes. Estos países comparten fronteras y sus fuerzas de seguridad que combaten la violencia yihadista están rebasadas.
Independent