Las carreteras se volvieron ríos marrones, las casas fueron arrasadas por las fuertes corrientes y se sacaron cadáveres del lodo durante las letales inundaciones repentinas y aludes luego que lluvias torrenciales impactaron Sumatra Occidental a principios de marzo, convirtiéndose en uno de los desastres naturales más mortíferos de Indonesia.
Las autoridades culparon de las inundaciones a las fuertes lluvias, pero grupos ecologistas han señalado que el desastre representa el ejemplo más reciente de que la deforestación y la degradación ambiental intensifican los efectos del mal tiempo en todo Indonesia.
“Esta catástrofe no sólo se ha producido por factores meteorológicos extremos, sino por la crisis ecológica”, escribió en un comunicado el Foro Indonesio para el Medio Ambiente. “Si se sigue ignorando el medio ambiente, seguiremos cosechando desastres ecológicos”.
Indonesia, un vasto archipiélago tropical que se extiende a través del ecuador, alberga la tercera selva tropical más grande del mundo, con una gran variedad de fauna y flora en peligro de extinción, como orangutanes, elefantes, gigantes y florecientes flores del bosque. Algunos no viven en ningún otro lugar.
Durante generaciones, los bosques también han proporcionado medios de subsistencia, alimentos y medicinas, al tiempo que han desempeñado un papel central en las prácticas culturales de millones de indígenas residentes en Indonesia.
Según Global Forest Watch, desde 1950 se han talado, quemado o degradado más de 74 millones de hectáreas de selva tropical indonesia —una superficie dos veces mayor que Alemania— para cultivar aceite de palma, papel, caucho, minería y otros productos básicos.
Indonesia es el mayor productor de aceite de palma, uno de los mayores exportadores de carbón y uno de los principales productores de pasta de papel. También exporta petróleo y gas, caucho, estaño y otros recursos. Además, posee las mayores reservas mundiales de níquel, un material fundamental para los vehículos eléctricos, los paneles solares y otros bienes necesarios para la transición a la energía verde.
Indonesia es uno de los mayores emisores mundiales de gases de efecto invernadero, procedentes de la quema de combustibles fósiles, la deforestación y los incendios de turberas, de acuerdo con el Global Carbon Project.
También es altamente vulnerable a los impactos del cambio climático, incluidos eventos extremos como las inundaciones y las sequía, cambios a largo plazo por el aumento del nivel del mar, alteraciones en los patrones de la lluvia y temperaturas cada vez más altas, de acuerdo con el Banco Mundial. En las últimas décadas el país ya ha empezado a resentir los efectos del cambio climático: Lluvias más intensas, aludes e inundaciones durante la temporada de lluvias, y más incendios durante una temporada de sequía más larga.
Pero los bosques pueden ayudar debido a que desempeñan un papel vital para reducir el impacto de algunos eventos meteorológicos extremos, dijo Aida Greenbury, experta en sustentabilidad que se enfoca en Indonesia.
Las inundaciones pueden ser frenadas por los árboles y la vegetación que absorbe el agua y reduce la erosión. En la temporada de sequía, los bosques liberan una humedad que ayuda a mitigar los efectos de las sequías, incluidos los incendios.
Pero cuando se reduce el tamaño de los bosques, esos beneficios también disminuyen.
Un estudio de 2017 reveló que la conversión de bosques y la deforestación exponen el suelo desnudo a las lluvias, lo que provoca la erosión del suelo. Las frecuentes actividades de recolección —como las que se realizan en las plantaciones de palma aceitera— y la eliminación de la vegetación del suelo conducen a una mayor compactación del suelo, lo que hace que la lluvia se escurra de la superficie en lugar de ingresar a los depósitos de agua subterránea. Según el estudio, la erosión río abajo también aumenta los sedimentos en los ríos, lo que hace que sean menos profundos y aumenta el riesgo de inundaciones.
Después de las mortales inundaciones en Sumatra a principios de marzo, el gobernador de Sumatra Occidental, Mahyeldi Ansharullah, dijo que había fuertes indicios de tala ilegal en los alrededores de los lugares afectados por inundaciones y deslizamientos de tierra. Eso, sumado a las lluvias extremas, los sistemas de drenaje inadecuados y el desarrollo inadecuado de viviendas contribuyeron al desastre, dijo.
Expertos y activistas ambientales han señalado que la deforestación también empeora los desastres en otras regiones de Indonesia: En 2021, los activistas ambientales culparon parcialmente de las inundaciones mortales en Kalimantan a la degradación ambiental causada por la minería a gran escala y las operaciones de aceite de palma. En Papúa, se atribuyó en parte a la deforestación las inundaciones y deslizamientos de tierra que mataron a más de 100 personas en 2019.
Ha habido algunas señales de progreso: En 2018, el presidente indonesio Joko Widodo congeló durante tres años los nuevos permisos para plantaciones de aceite de palma. Y la tasa de deforestación se desaceleró entre 2021 y 2022, según datos del gobierno.
Pero los expertos advierten que es poco probable que la deforestación en Indonesia se detenga pronto cuando el gobierno continúa avanzando con nuevos proyectos de minería e infraestructura, como nuevas fundiciones de níquel y fábricas de cemento.
Si bien los expertos y activistas reconocen que el desarrollo es esencial para que la economía de Indonesia siga funcionando, sostienen que debe hacerse de una manera que tenga en cuenta el medio ambiente e incorpore una mejor planificación territorial.
“No podemos continuar por el mismo camino que hemos seguido”, dijo el experto en sostenibilidad Greenbury. “Necesitamos asegurarnos de que el suelo, la tierra del bosque, no se extinga”.
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