Día a día, nos damos cuenta del latente riesgo, severidad y complejidad de los riesgos naturales y aquellos desastres provocados por el hombre; esto implica la urgencia de la creación de Atlas de Riesgo donde la ciudadanía participe, expuso el diputado Omar Bazán Flores.
Comentó que si involucramos a las comunidades en la identificación, evaluación y gestión de peligros a los que están expuestos, los riesgos se pueden gestionar con mayor efectividad.
A diferencia de los atlas de riesgos convencionales, que suelen ser elaborados por expertos y autoridades, los atlas de riesgos participativos implican la participación activa de la población local en todo el proceso.
Muchas veces se contempla el conocimiento y la experiencia de las comunidades locales. Sin embargo, las comunidades tienen un entendimiento único de su entorno, sus vulnerabilidades y sus capacidades para hacer frente a los riesgos.
Y es que los miembros de la comunidad pueden identificar los riesgos naturales, como precipitaciones o incendios forestales, así como los riesgos antropogénicos, como la contaminación ambiental o los conflictos sociales. Este enfoque participativo garantiza una comprensión más completa y precisa de los riesgos locales.
Una vez identificados los riesgos, las comunidades pueden trabajar en conjunto para desarrollar estrategias de gestión de riesgos adaptadas a sus necesidades y realidades específicas.
Estas estrategias pueden incluir medidas de prevención, preparación y respuesta, así como la mejora de la infraestructura y la capacidad de recuperación. Al involucrar a la comunidad en el desarrollo de estas estrategias, se promueve un mayor compromiso y una mayor probabilidad de implementación exitosa.
Los Atlas de Riesgos Participativos contribuyen significativamente al fortalecimiento de la resiliencia comunitaria al empoderar a las comunidades para hacer frente a los riesgos de manera proactiva y efectiva. Al tomar un papel activo en la gestión de riesgos, las comunidades pueden mejorar su capacidad para anticipar, resistir y recuperarse de desastres, promoviendo así un desarrollo sostenible y una mayor calidad de vida.
Este enfoque participativo tiene varios beneficios:
Conocimiento local: La comunidad tiene un conocimiento profundo de su entorno y de los riesgos a los que está expuesta, lo que permite una identificación más precisa de los peligros y vulnerabilidades.
Empoderamiento: Al participar en la elaboración del atlas de riesgos, los miembros de la comunidad se empoderan al tomar un papel activo en la gestión de su seguridad y bienestar.
Mayor compromiso: La participación de la comunidad en la identificación y evaluación de riesgos fomenta un mayor compromiso con las medidas de prevención y mitigación.
Soluciones contextualizadas: Al involucrar a la comunidad en el proceso, se pueden diseñar soluciones y estrategias de gestión de riesgos que estén adaptadas a las necesidades y realidades locales.
Fortalecimiento de la resiliencia: La participación activa de la comunidad en la gestión de riesgos contribuye al fortalecimiento de su capacidad para hacer frente a situaciones de emergencia y recuperarse de ellas de manera más efectiva.
Con todo lo anterior, he propuesto reformar la Ley de Protección Civil del Estado de Chihuahua, para implementar la participación de las y los chihuahuenses, conocedores de su entorno.