Robert Francis Prevost, el recién elegido papa León XIV, enfrenta serias dudas sobre su compromiso con la lucha contra los abusos sexuales dentro de la Iglesia, pese a haber sido elogiado por la jerarquía eclesiástica de Perú.
Prevost, quien fue obispo de Chiclayo entre 2013 y 2025, no publicó nombres de sacerdotes acusados, no abrió investigaciones formales en varios casos, y habría permitido que al menos un sacerdote denunciado continuara oficiando misa, según organizaciones como SNAP y Bishop Accountability.
“¿Convertirá el papa León XIV la lucha contra el encubrimiento en una prioridad?”, cuestionó Anne Barrett Doyle, codirectora de Bishop Accountability, al destacar que durante su gestión tampoco retiró títulos a obispos señalados.
Las críticas también alcanzan su gestión en Chicago, donde permitió que un sacerdote acusado de abusos sexuales viviera cerca de una escuela. Y como prefecto del Dicasterio para los Obispos en Roma, tampoco habría promovido sanciones significativas.
Sin embargo, no todo es negativo. Su papel en la disolución del Sodalicio de Vida Cristiana, una congregación peruana acusada de abuso sistemático, ha sido reconocido como un precedente “esperanzador” por algunas voces como la del periodista y víctima Pedro Salinas.
Ahora, con la sotana papal, León XIV enfrenta el mayor escrutinio de su carrera. El mundo observa si pasará del discurso a la acción en el combate al abuso y al silencio que lo ha protegido.