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Antes de la amenaza satelital rusa ya existían los satélites “matrioshka” y otros con brazos robot

15 de febrero de 2024

¿Qué pasaría si Rusia llegara a utilizar ojivas nucleares para destruir satélites estadounidenses? El sistema eléctrico y de agua de tu casa podrían fallar. El tráfico aéreo, ferroviario y vehicular podrían paralizarse. Tu celular podría dejar de funcionar.

Estos son algunos de los motivos por los que los informes de que Rusia podría tener planes para colocar un arma nuclear en el espacio causaron alarma esta semana.

La Casa Blanca ha dicho que el peligro no es inminente. Pero los informes de una nueva arma antisatélite se suman a las añejas preocupaciones de amenazas espaciales por parte de Rusia y China. Buena parte de la infraestructura de Estados Unidos depende ahora de las comunicaciones satelitales, y esos satélites se han vuelto cada vez más vulnerables.

Tampoco sería la primera vez que se detona una ojiva nuclear en el espacio, ni la primera vez que China y Rusia buscan desarrollar las capacidades para desactivar o destruir un satélite estadounidense.

A continuación, un vistazo a lo que ha ocurrido en ocasiones anteriores, por qué Rusia podría buscar desarrollar un arma nuclear para el espacio en este momento y qué hace Estados Unidos respecto a todas las amenazas espaciales que enfrenta.

Tanto Rusia como Estados Unidos han detonado anteriormente ojivas nucleares en el espacio. En la década de 1960 no se sabía mucho sobre los efectos que tendrían las relativamente nuevas armas de destrucción masiva en la atmósfera terrestre. Ambos países hicieron experimentos para tener una respuesta. Las pruebas soviéticas llevaron el nombre de Proyecto K y se llevaron a cabo entre 1961 y 1962. Estados Unidos, por su parte, realizó 11 pruebas. La más grande, y la primera que tuvo éxito, fue conocida como Starfish Prime, señaló Stephen Schwartz, investigador no residente de Boletín de Científicos Atómicos.

Starfish Prime se lanzó en julio de 1962, cuando Estados Unidos envió una ojiva termonuclear de 1,4 megatones en un misil Thor y la detonó a unos 400 kilómetros (250 millas) por encima de la superficie terrestre.

El misil se lanzó a unos 1.300 kilómetros (800 millas) de Hawai, pero los efectos de las pruebas fueron palpables alrededor del ecuador.

“La enorme cantidad de energía liberada a tal altitud por la detonación provocó auroras en todo el Pacífico”, según un informe de 1982 del Departamento de Defensa sobre las pruebas.

El estallido inhabilitó varios satélites, incluido uno británico de nombre Ariel, luego de que las partículas radioactivas entraron en contacto con los satélites. Los sistemas de radio y la red eléctrica de Hawai quedaron temporalmente fuera de servicio, señaló Hans Kristensen, director del Proyecto de Información Nuclear en la Federación de Científicos Estadounidenses. Los escombros afectaron el funcionamiento de los satélites que encontraban a su paso, señaló el reporte de 1982.

Cuando la antigua Unión Soviética realizó su propia prueba como parte del Proyecto K, la llevó a cabo en una órbita ligeramente más baja y “cocinó sistemas en tierra, incluidos cables subterráneos y una central eléctrica”, señaló Kristensen.

Un año más tarde, en 1963, Estados Unidos y la Unión Soviética firmaron un tratado que prohibía las pruebas nucleares, lo que puso fin a nuevas pruebas de armamento nuclear en el espacio.

El portavoz del consejo de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, se negó a decir el jueves si la nueva arma rusa en cuestión tiene capacidad nuclear, y se limitó a señalar que sería una violación a un tratado internacional que prohíbe la puesta en órbita de “armas nucleares o cualquier otro tipo de armamento de destrucción masiva”.

La capacidad de causar este tipo de daños es lo que hace que los rusos quieran poner una ojiva en el espacio, en especial después de los daños a sus fuerzas armadas y a su economía derivados de la guerra en Ucrania durante los últimos dos años, afirmó John Ferrari, un miembro no residente del American Enterprise Institute.

Un arma espacial capaz de incapacitar las comunicaciones y la economía de Estados Unidos sería intimidante, y representaría apenas el capítulo más reciente en los intentos de Rusia y China para llevar armas al espacio, añadió.

En los últimos años, China ha llevado a cabo pruebas de un satélite con un brazo robótico capaz de abrirse paso hacia un sistema, manipularlo y sacarlo de órbita.

Rusia ha desarrollado un satélite “matrioshka” que se abre para dejar salir un satélite de menor tamaño, el cual se abre nuevamente para revelar un proyectil capaz de destruir satélites cercanos. En 2019, los rusos llevaron uno de estos satélites cerca de un satélite de Estados Unidos.

Cuando uno de esos sistemas matrioshka “se estaciona junto a una de nuestras capacidades NRO de alto valor, representa un riesgo para ese recurso”, dijo el subdirector de operaciones espaciales de la Fuerza Espacial de Estados Unidos, teniente general DeAnna Burt, durante una conferencia en 2022. NRO son las siglas en inglés de la Oficina Nacional de Reconocimiento.

Rusia también acaparó titulares en todo el mundo cuando llevó a cabo una prueba antisatélites más convencional en 2021, al derribar uno de sus propios sistemas. Al igual que con Starfish Prime, el impacto provocó una enorme nube de restos en la órbita que durante un tiempo significaron un riesgo para la Estación Espacial Internacional.

La rápida evolución de las amenazas en el espacio fue uno de los principales factores que llevaron a la creación de la Fuerza Espacial de Estados Unidos, dijo el portavoz del Pentágono, mayor general Pat Ryder, durante una rueda de prensa el jueves. Desde su creación en 2019, esa rama de las fuerzas armadas se ha enfocado en desarrollar un programa para el adiestramiento de sus elementos, llamados Guardianes, sobre detección de amenazas desde el espacio y la elaboración de tácticas y simulacros para dilucidar cómo sería un conflicto en el espacio.

La creación de la Fuerza Espacial elevó el gasto en sistemas y defensas satelitales. Previamente, cuando las necesidades espaciales se distribuían entre las distintas ramas militares, el gasto para nuevos satélites tenía que competir por fondos con los buques y los aviones de combate, y las fuerzas armadas tenían una necesidad más inmediata de aeronaves y embarcaciones, señaló Ferrari.

Pero hay mucho trabajo por hacer, y la revelación de que Rusia podría estar desarrollando un arma nuclear para el espacio plantea cuestiones críticas para el Congreso y el Departamento de Defensa, indicó. Si Rusia usa un arma nuclear para destruir satélites y eso paraliza a la economía de Estados Unidos, ¿se justifica que Estados Unidos bombardee ciudades rusas en respuesta?

¿Cómo respondes a eso? No existe una buena opción», dijo Ferrari. “Así que ahora es una cuestión de: ‘¿cuál es la teoría de disuasión para esto?’».

Independet

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