Este 20 de abril se celebran el Domingo de Pascua, también conocido como Domingo de Resurrección o Domingo Santo. Esta fecha representa la resurrección de Jesucristo tres días después de su crucifixión, como lo narran los evangelios del Nuevo Testamento.
Para los creyentes, este momento no solo marca el triunfo de Cristo sobre la muerte, sino también la esperanza de vida eterna. Este día da fin a la Semana Santa y da paso a un nuevo ciclo litúrgico conocido como el Tiempo Pascual, que dura 50 días y concluye con la celebración de Pentecostés.
El origen de esta celebración se remonta a los primeros siglos del cristianismo. La Pascua se estableció como la festividad más importante del calendario cristiano, al conmemorar la resurrección. A diferencia de otras fechas religiosas fijas, la Pascua varía cada año, ya que se celebra el primer domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio de primavera. Esto hace que pueda caer entre finales de marzo y abril.
Aunque su sentido religioso es profundo, el Domingo Santo también tiene una dimensión simbólica que conecta con el renacimiento, la luz y la esperanza. Es una celebración que busca renovar la fe y recordar que la muerte no es el final, sino el inicio de una nueva vida.
Durante esta jornada, muchas comunidades en México realizan misas solemnes, en las que se enciende el Cirio Pascual, una vela especial que representa a Cristo resucitado. También se llevan a cabo procesiones festivas que, a diferencia de las que ocurren durante el Viernes Santo, están llenas de alegría y cantos.
Las familias suelen reunirse, compartir alimentos y dar cierre a los días de reflexión y recogimiento de la Semana Santa.
Los huevos decorados o de chocolate que se reparten durante la Pascua tienen un origen muy antiguo. Antes de ser adoptados por la tradición cristiana, el huevo era símbolo de fertilidad y renovación en festividades paganas que celebraban la llegada de la primavera.
Con el paso del tiempo, estas costumbres se entrelazaron con las celebraciones religiosas. Así nació el huevo de Pascua, que hoy se regala especialmente a los niños como una forma simbólica de compartir alegría y abundancia.
En sus inicios, los huevos eran de azúcar o materiales artesanales, pero la versión de chocolate se volvió la más popular, sobre todo en países como Alemania, Francia, España, Estados Unidos, Brasil o Argentina. En México, aunque esta tradición no está tan arraigada, se observa en algunas regiones, especialmente en el norte del país.