Por Eduardo Borunda
La historia de la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, empezará a escribirse este primero de octubre del 2024. Hay retos interesantes, un análisis de fortalezas y áreas de oportunidad, así como una herencia que debe sortear para establecer su estilo propio de gobernar.
Una premisa de la ciencia política se establece en la teoría general de sistemas. La suma de cada una de las partes no es mayor o igual que el todo. La llegada a la presidencia de Claudia no fue un acto aislado, sino la culminación de varios acontecimientos, como la debilidad de la oposición en México, candidatos presidenciales que no tuvieron el respaldo debido y la alta aprobación del gobierno de AMLO y los beneficios de los programas sociales a la población vulnerable. Llega también al poder con una alta legitimidad política, pero también con altas expectativas que serán difíciles de cumplir a un electorado complejo.
La principal fortaleza que se desprende del análisis es precisamente la legitimidad política, la votación más alta de la historia con casi 36 millones de votos que obtuvo y que representa casi el 60% de la votación emitida, es decir duplicó la votación que obtuvieron los otros dos candidatos, dejando a partidos y alianzas en una seria crisis de representación popular e incluso uno de estos partidos perdió el registro nacional como partido.
La amenaza, incredulidad o duda que señalan algunos ciudadanos es la sombra del caudillo. La duda es si existirá interferencia en las decisiones de gobierno y sacudirse el estigma del jefe de la 4T. Debe mostrar control de su gobierno. En la opinión ciudadana, se cierne el estigma de ser o no un títere del grupo en el poder. En ese sentido ella debe definirse si toma el control o si sigue las directrices que le impidan tenerlo.
Sin embargo, Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de alinear las tribus dentro del sistema en la recomposición del poder en México, no sólo el bloque de gobernadores que están bajo las siglas de MORENA, sino los actores principales que se atrincheran en diversas posiciones del nuevo gabinete y otros poderes públicos: Ricardo Monreal Ávila, Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López Hernández, Marcelo Luis Ebrard Casaubón, Ariadna Montiel Reyes por mencionar algunos casos.
La mujer en política tiene una gran debilidad en el imaginario colectivo: Ser mujer y le exigen mayores resultados, debe comprobar que puede tener el control, México sigue teniendo una cultura con rasgos machistas que se inculcan desde el seno familiar. La kriptonita, material inexistente en la vida real, está en la mente de los ciudadanos y por ello debe conservar en su estilo de dirigir el país marcar su propio sello y gobernar para todos, en fin, el pueblo somos todos no sólo una parte de la población.
La herencia del poder y sus relaciones tiene tres grandes pendientes que debe trabajar seguramente en sus primeros días: las relaciones internacionales entre México sus socios comerciales, pero en especial con Estados Unidos y resto del mundo. El segundo pendiente en orden de importancia es la inseguridad que se vive en el país con casi 200 mil muertes dolosas en el sexenio que termina. Recuperar la economía estable, así como la estabilidad del peso frente al dólar es el tercer gran pendiente.
Los retos de su gobierno son la legitimidad en la comunidad internacional de su gobierno por las reformas estructurales, principalmente su implementación de acuerdo con el marco de derecho público y constitucional. Las relaciones con las iglesias, en especial con la iglesia católica y subsanar la crisis de gobernabilidad que se han presentado recientemente.
Los ciudadanos siguen sin creer en la política, los políticos y los partidos políticos. Deben mejorarse los sistemas de salud, la calidad de vida de los mexicanos no ha mejorado y el sistema educativo también debe aspirar a ser reconocido con un sistema de calidad para elevar la competitividad en todos los ámbitos, establecer los estándares de calidad a nivel internacional.
En conclusión, La presidenta Claudia debe mostrar independencia y marcar su estilo personal de gobernar en los primeros 100 días. Tiene el reto de romper el estigma de la percepción de la mujer como jefa de Estado en una sociedad que aún está con una cultura machista difícil de romper en gran parte de las comunidades del país. El rey ha muerto y la banda presidencial estará en manos de la primera mujer presidenta en México.