El sarampión, una enfermedad viral altamente contagiosa, no distingue edades y puede representar un riesgo significativo para la salud de los adultos.
Con una incubación que oscila entre 7 y 14 días, los síntomas pueden ser iniciales y sutiles, pero reconocerlos a tiempo es crucial para un tratamiento eficaz y la prevención de complicaciones graves.
Entre los síntomas iniciales del sarampión en adultos se incluyen una fiebre alta que puede superar los 40°C, tos seca persistente, secreción nasal de aspecto espeso y ojos enrojecidos y llorosos.
Un signo distintivo que puede aparecer un par de días antes del sarpullido son las manchas de Koplik, pequeñas y blancas, visibles en la parte interna de las mejillas.
Sarpullido y otros síntomas
El sarpullido característico del sarampión suele manifestarse unos días después de los primeros síntomas, extendiéndose desde la cara hasta el resto del cuerpo y persistiendo durante aproximadamente una semana. Además del sarpullido, los adultos pueden experimentar dolores de cabeza, fatiga, dolor muscular, pérdida de apetito y diarrea.
El sarampión no debe subestimarse, ya que puede llevar a complicaciones graves como neumonía, encefalitis, problemas de oído e incluso la muerte, especialmente en adultos mayores de 30 años y niños menores de 5 años.
La prevención es fundamental, y se recomienda encarecidamente que todos los adultos se aseguren de haber recibido dos dosis de la vacuna contra el sarampión, con al menos 28 días de diferencia, especialmente aquellos que están en entornos de alto riesgo de transmisión.
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