Washington, D.C. – La administración del presidente Donald Trump enfrenta fuertes críticas luego de que información sobre un ataque militar contra los hutíes en Yemen fuera compartida accidentalmente en un chat de Signal en el que estaba incluido un periodista. Aunque Trump restó importancia al incidente, calificándolo como “el único error en dos meses” de su gobierno, legisladores demócratas lo consideran un acto de negligencia alarmante en el manejo de información altamente sensible.
El asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, fue el responsable del desliz, al agregar por error al editor en jefe de The Atlantic, Jeffrey Goldberg, a una conversación en la que participaban 18 altos funcionarios de la administración. Trump defendió a Waltz, señalando que “ha aprendido una lección” y culpando a un asistente no identificado por haber añadido al periodista al grupo de chat. Sin embargo, la explicación no ha convencido a los críticos, quienes cuestionan por qué se discutieron planes de guerra en una aplicación de mensajería de acceso público.
El senador demócrata Jon Ossoff calificó el episodio como “una vergüenza” y criticó la falta de responsabilidad por parte del gobierno. Durante una audiencia en el Senado, la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, y el director de la CIA, John Ratcliffe, enfrentaron un intenso interrogatorio sobre el uso de Signal para coordinar operaciones militares. Aunque ambos funcionarios aseguraron que no se compartió información clasificada, The Atlantic reportó que en los mensajes se detallaban paquetes de armas, objetivos y tiempos de ataque.
La controversia también ha avivado viejas disputas políticas. Hillary Clinton, quien fue blanco de ataques de Trump en 2016 por usar un servidor de correo electrónico privado cuando era secretaria de Estado, reaccionó con ironía en redes sociales, escribiendo: “Deben estar bromeando”, acompañado de un emoji de ojos. Además, los demócratas han recordado que Trump enfrenta acusaciones por mal manejo de documentos clasificados en su residencia de Mar-a-Lago, lo que subraya la aparente contradicción en su postura sobre seguridad nacional.
Desde la Casa Blanca, la administración ha intentado minimizar la polémica, calificándola como un “esfuerzo coordinado para desacreditar los logros” de Trump. El director de comunicaciones, Steven Cheung, desestimó el escándalo, argumentando que se trata de otra maniobra de la “comunidad establecida de seguridad nacional de Washington” para socavar al presidente. Por su parte, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, arremetió contra The Atlantic, asegurando que “nadie enviaba mensajes de texto con planes de guerra” y que el reportaje es “engañoso”.
Mientras tanto, el Senado ha exigido una auditoría sobre el uso de Signal por parte de funcionarios del gobierno y algunos legisladores han pedido renuncias. El senador Ron Wyden declaró que “esto debe investigarse a fondo” y advirtió sobre los riesgos que representa la filtración de información militar en un contexto global cada vez más tenso. Aunque la administración de Trump insiste en que no hubo violaciones de seguridad, el escándalo sigue creciendo, dejando abierta la posibilidad de nuevas repercusiones políticas y legales.
