Bruselas culmina un paquete de medidas de emergencia para hacer frente a la crisis energética —que ya pinta mayúscula— derivada del manejo del gas como arma del presidente ruso, Vladímir Putin, y al aumento de los precios que caen a plomo en los bolsillos de los consumidores e industrias. La Comisión Europea impulsa ahora imponer un tope al precio del gas ruso que llega a la UE a través de gasoducto.
Además, en un consejo extraordinario de ministros de Energía, Bruselas propondrá el viernes otras medidas, como un gravamen a las empresas de energía y distribuir lo recaudado entre compañías y consumidores vulnerables.
Mientras, Rusia quema parte del gas que no exporta a Europa y aprieta aún más la llave del suministro que llega a Europa al paralizar el gasoducto Nord Stream 1 como chantaje a UE por imponer sanciones a Moscú por invadir Ucrania.
“El tope al precio del gas ruso de gasoducto es necesario para limitar los ingresos de Putin para financiar su atroz guerra contra Ucrania”, ha incidido la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, este martes a un pequeño grupo de medios, entre ellos EL PAÍS. Los envíos de gas ruso por gasoducto a la UE han caído hasta el 9% desde el 41% el año pasado, según datos recopilados por el servicio de la Comisión Europea, con lo que los resultados de imponer un precio máximo a pagar por el gas no serían ahora tan grandes.
Sin embargo, Bruselas plantea que el frente común de los Veintisiete puede dañar a Moscú. “Es casi imposible que Rusia encuentre nuevos clientes para el gas de gasoducto a corto plazo”, ha señalado Von der Leyen.
Tras las medidas aprobadas antes del verano para reducir la demanda y poder llenar así las reservas en previsión de un invierno particularmente difícil, Bruselas ultima ahora otro plan de emergencia más orientado a los mercados. Como adelantó EL PAÍS, la Comisión planteará a los Estados miembros fórmulas para recaudar de las denominadas “inframarginales”, como las energías renovables, que tienen gran margen de beneficio por los altos precios de la electricidad, y también de los productores de combustibles fósiles.
La presidenta de la Comisión ha reconocido la “situación paradójica” que acompaña a la crisis energética en la que Putin utiliza el gas como arma: “Las compañías de energía están cosechando altos ingresos inesperados que no tienen nada que ver con sus costes o inversiones. Y los clientes enfrentan facturas astronómicas”, ha dicho.
En un mercado extremadamente volátil y excitado, Bruselas quiere también limar los picos de demanda energética para ayudar a bajar los precios. Con el foco puesto en tratar a toda costa de evitar los parones en las eléctricas y que haya compañías que tengan que suspender la producción por los altos costes de la electricidad, la Comisión trabajará con los Estados miembros para estudiar cómo se puede cambiar la producción a periodos de baja demanda, por ejemplo, ciertos procesos automatizados podrían cambiar a la noche o a los fines de semana.
“Necesitamos ahorrar electricidad de manera inteligente. Nos centraremos en reducir el uso de electricidad durante las horas punta para aplanar esos picos”, ha recalcado Von der Leyen.
Dentro de sus medidas de emergencia de intervención en el mercado y reducción de la demanda, Bruselas propondrá también a los países fórmulas para garantizar la liquidez y la flexibilidad para que los países den ayudas temporales a las empresas estratégicas, afectadas por la crisis energética.
Medidas de apoyo que podrían llegar antes de tener que ejecutar rescates como el que puso en marcha Alemania con Uniper.
ElPaís