Esta semana, un periódico ruso, Moskovsky Komsomolets, concluyó: «Vladimir Putin no tiene dónde retirarse. Por lo tanto, seguirá atacando».
Acto seguido: la controvertida ceremonia de firma frente a parlamentarios, senadores y funcionarios en el Salón San Jorge del Palacio del Kremlin.
La decisión de Putin de anexar los cuatro territorios ucranianos de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk («incorporar» en la jerga del Kremlin) es la última ofensiva del presidente ruso en su batalla con Ucrania y Occidente.
A través de la anexión, el Kremlin está tratando de cambiar los hechos sobre el terreno (en un momento en que Rusia ha estado perdiendo terreno en Ucrania).
Putin quiere presentarlo a Kyiv y Occidente como un hecho consumado.
Aumenta considerablemente las apuestas en el enfrentamiento del presidente con Ucrania y el mundo occidental.
El evento del Kremlin fue cuidadosamente coreografiado para lograr el máximo efecto patriótico: muchos aplausos para el presidente por parte de la audiencia invitada; una conmovedora interpretación del himno nacional; y Putin y los cuatro administradores designados por el Kremlin de los territorios anexados dándose la mano y coreando «¡Rusia! ¡Rusia!», junto con todos en el salón.
Pero declarar «esta es mi tierra ahora» no lo convierte en una realidad. Especialmente a la luz de los llamados «referendos» en los territorios ocupados, que no fueron referendos reales en absoluto.
Fueron eventos concebidos y controlados por el Kremlin, que los diseñó como una cortina de humo para que Moscú se apoderara del 15% del territorio de Ucrania.
Ucrania dijo que no aceptará esta anexión; tampoco lo hará la comunidad internacional en su conjunto.
«Estados Unidos nunca, nunca, nunca reconocerá el reclamo de Rusia sobre el territorio soberano de Ucrania», dijo el jueves el presidente de EE.UU., Joe Biden, mientras que el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, ya había dicho que la anexión «no tendría valor legal y merece ser condenada».
Pero aún queda la pregunta: ¿y ahora qué? ¿Cómo responderá Putin cuando las tropas ucranianas intenten recuperar su tierra?
Rusia ya ha advertido que cualquier ataque a sus «nuevos territorios» será visto como un ataque a la integridad territorial de Rusia.
El Kremlin dice que se reserva el derecho de responder «con todos los medios a su alcance». Eso incluye, potencialmente, las armas nucleares.
En las últimas semanas, altos funcionarios rusos han estado dando pistas poco sutiles sobre el arsenal nuclear de Moscú.
En su discurso de este viernes, Vladimir Putin dijo que EE.UU. creó un «precedente» al usar armas nucleares contra Japón al final de la Segunda Guerra Mundial.
Ese comentario no habrá pasado desapercibido para los gobiernos occidentales.
Las amenazas nucleares de Rusia han causado preocupación en Occidente. Pero también preocupan a la gente dentro de Rusia.
Esta semana, un editorial en el principal periódico del país, Nezavisimaya Gazeta, criticó fuertemente a los «altos funcionarios rusos» por hacer «amenazas nucleares».
«Es increíble que hoy… funcionarios de alto rango en Rusia comiencen a hablar de usar el botón nuclear», continuó el editorial.
«Hacen esto sin pensarlo dos veces… Incluso se olvidan de hacer la aclaración que es tan importante a oídos del mundo: ‘Por supuesto, no debemos permitir esto bajo ninguna circunstancia'».
«Permitir, en pensamientos y palabras, la posibilidad de un conflicto nuclear es un paso seguro para permitirlo en la realidad».
Lo que más me impresionó del discurso de anexión del presidente Putin fue lo lleno que estaba de bilis contra Occidente.
El presidente ruso parece empeñado en avivar el sentimiento nacionalista y antioccidental en el país.
Es una distracción útil de los problemas en casa y en los campos de batalla de Ucrania.
BBCNews