Hoy es: Nov 24, 2024
Ciudad Juárez

Lo que importa es la democracia

4 de abril de 2023
El Juglar de la Red 
Por Rafael Cano Franco

En torno a la nueva consejera presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) se han dicho muchas cosas, pero no se puede negar es una mujer inteligente y con experiencia en la organización de procesos electorales: en Sonora le tocó ser la cabeza organizativa de dos elecciones de gobernador. La del 2015 realizó un trabajo impecable, en la del 2021 se presentaron muchas suspicacias y ella pecó de imprudente en algunas decisiones.

Es verdad todo lo que se dice en torno a que una buena parte de su familia es militante o simpatizante de Morena, incluso forman parte de un núcleo que en Sonora siempre se decantó por Andrés Manuel López Obrador, eso no hay duda, pero de ella no se conoce filiación partidista alguna ni existen evidencias de convivencia con el actual mandatario federal.

Ella llega a un INE vapuleado inmisericordemente por el presidente López Obrador. Su actitud no solamente fue cuestionar a Lorenzo Córdova, Ciro Murayama o Edmundo Jacobo Molina; no debe olvidarse el recorte presupuestal que sufrió ese organismo y que lo dejó con la mitad de su presupuesto en momentos donde le corresponde atender dos elecciones importantes.

El presidente es muy obvio cuando siente que su pensamiento o sus acciones –buenas o malas—tienen respaldo en las instituciones. El mejor ejemplo es lo sucedido en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con el ministro Arturo Zaldívar vivió una auténtica luna de miel pero desde la llegada de la ministra Norma Piña a la presidencia de la SCJN, su actitud es de beligerancia para ese Poder y centra sus críticas en la persona de la ministra presidente.

En el INE se enfrascó en una lucha con Lorenzo Córdova y la verdad iba perdiendo cada una de las batallas libradas: su plan A en materia electoral no transitó; el plan B está en la Suprema Corte recibiendo reveses y todo hace prever que será declarado inconstitucional.

Por eso, para él fue una excelente noticia que Guadalupe Taddei llegara a la Presidencia del Consejo del INE, no deja de considerarla afín al proyecto de la Cuarta Trasformación; pero eso tampoco le garantiza absolutamente nada, a final de cuentas ella tendrá que someter sus decisiones más importantes al Pleno del Consejo del INE y ahí será donde se adviertan sus habilidades políticas o su proclividad a la imposición, pero más allá de eso, nada.

Aquí lo importante es comprobar las hechuras democráticas de Guadalupe Taddei Zavala; si su formación académica y la experiencia electoral que acumuló en los diversos cargos que ocupó se imponen, será capaz de resistir las presiones que provengan desde el Ejecutivo.

Si por el contrario, es voluble, flexible o permisiva de las insinuaciones presidenciales, su presencia será turbulenta y su presidencia estará manchada por la imparcialidad a favor de un proyecto político, como lo es el de Morena, que gusta de imponerse por las buenas o las malas.

Pero también es muy importante considerar que en el próximo proceso electoral, más allá de la elección de quien ocupará la Presidencia de la República, lo importante para ella y el INE debe ser la configuración de la Cámara de Diputados y del Senado de la República; un poder legislativo adverso al titular del Ejecutivo en turno, puede favorecer presupuestalmente al INE, pero para eso ella deberá mostrar un manejo imparcial y apegado a derecho en su actuación.

Ahora, las impugnaciones que se hacen a su elección pueden tener argumentos válidos, pero ciertamente no son lo suficientemente fuertes o sólidos como para arrebatarle el cargo, en todo caso servirán para que los ojos de la sociedad, pero sobre todo de la oposición, estén muy vigilantes de su proceder, pero eso fácilmente lo puede obviar con un comportamiento de respeto y alejamiento –en el sentido democrático– del poder ejecutivo.

Lo que de ella se dice ya no cuenta, tampoco si tomó protesta con la mano izquierda alzada –en un claro mensaje de que ese es su ideología–, lo importante es si es capaz de mantener la independencia del INE y con ello organizar procesos electorales creíbles, confiables y donde el voto del ciudadano se respeta.

Se puede decir más fácil: “no importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones”.

Te puede interesar