El gobierno de Venezuela ha autorizado la liberación del general Miguel Rodríguez Torres, alguna vez uno de los funcionarios más poderosos del país, ex ministro del Interior y de Justicia de Nicolás Maduro y uno de sus hombres de confianza, preso desde hace 5 años al ser acusado de conspiración.
Rodríguez Torres, que estaba recluido en los calabozos de la Dirección de Contrainteligencia Militar, en Caracas, partirá inmediatamente a España en calidad de exiliado. Trascendió a los medios que su salud se había deteriorado. En la intermediación con el alto gobierno para su liberación, de acuerdo a las fuentes, destaca la gestión del ex presidente de gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, quien tiene unas relaciones fluidas con el Palacio de Miraflores en Caracas.
General del Ejército, amigo personal de Hugo Chávez, Miguel Rodríguez Torres, de 59 años, participó junto a éste en la intentona golpista del 4 de febrero de 1992 en contra del gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez. Este movimiento militar significó la irrupción del chavismo en el debate nacional y estaba destinado a producir importantes trastornos en la política venezolana en el tiempo por venir.
A partir del año 2000, ya con Chávez de presidente, fue perfeccionando sus destrezas en el campo del espionaje y por años ejerció como director de los servicios de inteligencia del Estado venezolano, primero de la Dirección de Servicios e Inteligencia y Prevención, Disip, -heredado del tiempo de la Democracia- luego del rebautizado Servicio Bolivariano de Inteligencia, Sebin, la policía política del régimen, instancia de la cual es fundador.
Rodríguez Torres se convirtió después en uno de los hombres de confianza de Maduro, -que asume la Presidencia en 2013, una vez fallecido Hugo Chávez- y, como uno de los cuadros más destacados de los servicios de inteligencia, fue su Ministro del Interior y de Justicia.
Le tocó llevar adelante la fuerte represión oficial en contra de la primera jornada masiva de protestas populares en contra de Maduro, en 2014, bautizadas por la Oposición como La Salida –adelantadas en medio de una grave crisis económica, de seguridad ciudadana y abastecimiento de bienes- , que produjo la muerte de decenas de personas, varios de ellos estudiantes.
Es Rodríguez Torres quien lleva a prisión a Leopoldo López, y se le atribuye la paternidad de la creación de “La Tumba”, cárcel de máxima seguridad del régimen chavista con exigentes condiciones de reclusión, en la cual han tenido que purgar castigo varios dirigentes opositores, como el líder estudiantil Lorent Saleh.
Alguna vez “bestia negra” y villano por excelencia del relato opositor, a Rodríguez Torres se le enrostra de manera particular su presunta responsabilidad en la muerte de los estudiantes Jorge Redman y Bassil Da Costa, quienes fueron ajusticiados por francotiradores de la policía chavista cuando protestaban furiosamente frente a la Fiscalía General de la República a comienzos de 2014.
El escandaloso agravamiento de la gobernabilidad en Venezuela en los años que siguieron, y la crónica inoperancia del gobierno de Maduro para atenderlos, minaron progresiva y silenciosamente el ánimo del hasta entonces indispensable y leal Rodríguez Torres, quien, ya fuera del gobierno, comenzó a separarse progresivamente del chavismo.
El distanciamiento con Maduro le llevó a fundar una nueva corriente política, el Movimiento Amplio Desafío de Todos, convirtiéndose entonces en una de las varias figuras prominentes del chavismo que claramente comenzaban a tomar distancia con Maduro. Por entonces también tomaron camino propio la ex fiscal general, Luisa Ortega Díaz; el ex presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, la ex Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, o el ex ministro de comunicaciones, Andrés Izarra.
En 2018, Rodríguez Torres fue capturado por la policía política que había creado de ministro, una vez que se disponía a asistir a un encuentro con sus copartidarios en el Hotel President, cerca de la Plaza Venezuela. Inmediatamente se le levantaron cargos por sedición y traición y comenzó su calvario. Para entonces, ya había cultivado relaciones con algunos actores civiles y políticos de la oposición antichavista.
ElPaís