Marina Silva, exministra de Medio Ambiente y posible candidata nuevamente al puesto, trajo un mensaje a la cumbre climática de la ONU el sábado: Brasil está de regreso en cuanto a la protección de la selva amazónica, la más grande del mundo y que cumple una función crucial para frenar el cambio climático.
La elección reciente del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia representa un viraje potencialmente enorme en la administración de la floresta por Brasil, en comparación con la del presidente saliente Jair Bolsonaro. Se aguarda la presencia de Lula en la conferencia COP27 en Sharm el-Sheikh la próxima semana.
Marina Silva dijo que la presencia de Lula en la cumbre meses antes de su juramentación el 1 de enero revela el compromiso de su gobierno de proteger la foresta y cumplir un papel de liderazgo en la lucha contra el cambio climático. Lula prevé reunirse con los jefes de varias delegaciones.
“Brasil recuperará al papel protagónico que tenía en materia de clima, de biodiversidad”, dijo Silva en declaraciones a la prensa en el Centro Climático Brasileño.
Bolsonaro, elegido en 2018, impulsó el desarrollo económico del Amazonas tanto en las palabras como en los hechos. Debilitó los organismos ambientales y designó administradores provenientes de la agroindustria. Este sector se opone a la creación de territorios indígenas y otras zonas protegidas e impulsa la legalización del robo de tierras. La deforestación del Amazonas alcanzó el nivel más alto en 15 años entre agosto de 2020 y julio de 2021, según cifras oficiales. El monitoreo satelital indica que la tendencia aumentará aún más este año.
Al ganar las elecciones en octubre, Lula, que fue presidente de 2003 a 2010, prometió revertir las medidas de Bolsonaro y adoptar la política de “deforestación cero”.
Será una tarea colosal. Mientras buena parte del mundo festeja las medidas de protección de la selva en Brasil y otros países de Sudamérica, múltiples fuerzas impulsan el desarrollo, incluidas varios habitantes del Amazonas. Y Lula, aunque está mucho más comprometido que Bolsonaro con la protección ambiental, tuvo una trayectoria mixta como presidente. La deforestación disminuyó drásticamente durante el primer período de Lula, con Marina Silva como ministra de Medio Ambiente. Pero en su segundo período, Lula empezó a responder a los intereses de la agroindustria, y Marina Silva renunció en 2008.
Recientemente en Brasil informes periodísticos mencionan una posible alianza con el Congo e Indonesia, donde se encuentran las selvas tropicales más grandes del mundo. Bajo el lema “OPEP de las Selvas”, en alusión a la Organización de Países Exportadores de Petróleo y cómo regula la producción de crudo, la idea general sería que los tres países coordinen sus posiciones negociadoras y sus medidas para la administración de la selva y la protección de la biodiversidad. La propuesta fue presentada inicialmente en la cumbre climática del año pasado en Glasgow, Escocia, según los informes.
Al pedírsele detalles sobre tal alianza y si la anunciarían durante la segunda semana de la cumbre, Silva dijo que no podía hablar del asunto.
“No queremos estar aislados en la protección de los bosques”, dijo, y añadió que Brasil quiere que se coordine la administración de bosques entre “países megaselváticos”, pero no trataría de imponer su voluntad.
Silva ganó una banca en el Congreso en las elecciones de octubre. Extractora de caucho en la infancia, estrecha colaboradora del ambientalista asesinado Chico Mendes, tiene autoridad moral en asuntos ambientales y está entre el puñado de personas mencionadas como posibles ministros de Lula.
Tras aclarar que no hablaba en nombre del presidente electo, Silva dio algunos detalles de lo que piensa que sería la política del próximo gobierno. Sostuvo que no tomaría la posición de Bolsonaro, de que se debería “pagar a Brasil” para que proteja sus bosques.
Brasil no emprendería grandes proyectos energéticos del primer gobierno de Lula, como una gran represa hidroeléctrica, sino que se enfocaría en la transición a energías renovables como la solar. En ese sentido, dijo, se impulsaría la transición de la petrolera estatal Petrobras hacia las energías renoivables.
“Debemos usar esos recursos (petroleros) que aún se necesitan, para efectuar una transición hacia otras formas de energía y no perpetuar el modelo” de la empresa enfocada en el petróleo, dijo.
Silva dijo que Brasil participaría en los mercados offshore de carbón, pero bajo una vigilancia “rigurosa”, como no aparentemente sucede en la actualidad. Esos créditos permiten a las empresas compensar parte de sus emisiones de carbón al pagar actividades para atraparlas, tales como la siembra de árboles.
Silva añadió que propuso la creación de un organismo de gobierno que se ocupe del cambio climático, presumiblemente aparte del ministerio de Medio Ambiente. Se trataría de vigilar estrechamente los cambios climáticos para responder en tiempo real a problemas tales como pérdidas de gases de invernadero o debilidades en las medidas. Dijo que es algo similar a la manera como los gobiernos vigilan la inflación.
“Se trata de evitar la inflación climática”, dijo.
Publimetro