Washington, D.C. — En una creciente muestra de desgaste militar, Estados Unidos ha perdido al menos siete drones MQ-9 Reaper en operaciones sobre Yemen desde mediados de marzo de 2025. Cada uno de estos vehículos aéreos no tripulados, valorado en unos 30 millones de dólares, estaba involucrado en tareas de reconocimiento y ataque contra los rebeldes hutíes.
El último de estos incidentes se reportó el 22 de abril, según un funcionario estadounidense, aunque sin dar detalles sobre si fueron derribados o cayeron por fallas técnicas. El MQ-9 puede volar durante 27 horas y portar misiles Hellfire y bombas guiadas Paveway II, siendo un activo clave en la ofensiva aérea.
A este saldo se suma la pérdida de un F/A-18E Super Hornet, valuado en más de 67 millones de dólares, que cayó accidentalmente al mar Rojo desde el portaviones USS Harry S. Truman. El avión no tenía piloto a bordo al momento del incidente, causado por un tractor remolcador que se deslizó. Un marinero resultó herido, pero se encuentra estable.
La escalada aérea tiene consecuencias humanas graves. Un bombardeo estadounidense en Saná impactó un centro de detención de migrantes africanos, provocando 68 muertos, incluidos mujeres y niños, según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Washington ha prometido investigar las bajas civiles.
Hasta abril, Estados Unidos ha realizado más de 820 ataques aéreos en Yemen, matando al menos 400 combatientes hutíes, según estimaciones. Los hutíes, respaldados por Irán, justifican sus ataques a buques en el mar Rojo como apoyo a los palestinos en Gaza.
El bloqueo hutí al canal de Suez ha reducido el tráfico marítimo en un 35%, elevando los costos globales del transporte en un 20%, lo que intensifica la inflación en Europa y América del Norte. La guerra en Yemen se ha convertido en un conflicto con impacto geopolítico y económico global.