Ha pasado más de un siglo desde que una tormenta como el huracán Ian azotó la zona de Tampa Bay, que pasó de tener unos cientos de miles de habitantes en 1921 a más de 3 millones en la actualidad.
Muchas de esas personas viven en vecindarios de baja altura que son muy susceptibles a sufrir estragos por las marejadas e inundaciones que rara vez han experimentado, lo que, según algunos expertos, podría agravarse por los efectos del cambio climático.
El problema al que se enfrenta la región es que las tormentas que se acercan desde el sur, como lo está haciendo el huracán Ian, arrastran enormes volúmenes de agua hasta la poco profunda Tampa Bay, y es probable que inunden casas y negocios. El Golfo de México adyacente también es poco profundo.
“Los vientos fuertes y persistentes empujarán mucha agua hacia la bahía y no hay ningún lugar al que pueda ir, por lo que se acumula”, explicó Brian McNoldy, investigador asociado senior de la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas, Atmosféricas y de la Tierra de la Universidad de Miami. “Tampa Bay es muy vulnerable a las marejadas debido a su orientación”.
El Centro Nacional de Huracanes prevé una marejada ciclónica en Tampa Bay y en las aguas circundantes de entre 1,5 y 3 metros (5 y 10 pies) por encima de las condiciones normales de marea, y entre 12 y 25 centímetros (10 y 15 pulgadas) de lluvia a causa del huracán Ian.
“Eso es mucha lluvia. Eso no va a drenar rápidamente”, dijo Cathie Perkins, directora de manejo de emergencias del condado Pinellas, donde se encuentran las ciudades de St. Petersburg y Clearwater. “Esto no es una broma. Esto es una marejada ciclónica potencialmente mortal”.
Las autoridades de la zona comenzaron a emitir órdenes de evacuación el lunes para una amplia franja de Tampa, a la que pronto seguirá la zona de St. Petersburg. Las evacuaciones podrían afectar a 300.000 personas o más tan sólo en el condado Hillsborough.
El gobernador Ron DeSantis recalcó la vulnerabilidad de la región en una conferencia de prensa el lunes por la tarde en Largo, Florida.
“Es evidente que, cuando observas la zona de Tampa Bay, una de las razones por las que tememos las tormentas es por la sensibilidad de esta zona y la fragilidad de la misma”, dijo DeSantis.
La última vez que Tampa Bay fue azotada por un huracán de categoría 3 o mayor fue el 25 de octubre de 1921.
Ese huracán no tenía un nombre oficial, pero se le conoce localmente como la tormenta de Tarpon Springs, que lleva el nombre de la localidad en la que tocó tierra, famosa por sus puertos para el buceo en busca de esponjas marinas y su herencia griega.
La marejada que causó ese huracán, que se calcula fue de categoría 3 con vientos de hasta 207 km/h (129 mph), alcanzó los 3,3 metros (11 pies). Al menos ocho personas murieron y se estimaron daños por 5 millones de dólares en su momento.
Ahora, la región turística conocida por sus playas ha crecido enormemente y cuenta con residencias y negocios junto al agua, en ubicaciones ideales… la mayor parte del tiempo. El huracán Ian pondría en riesgo toda esa urbanización.
Como ejemplo, la ciudad de Tampa tenía unos 51.000 habitantes en 1920. Hoy día, esa cifra es de casi 395.000. Muchas otras ciudades de la región han experimentado un crecimiento similar.
La empresa Karen Clark and Co, una compañía con sede en Boston dedicada a la simulación de catástrofes, concluyó en 2015 que Tampa Bay es el lugar más vulnerable de Estados Unidos a las inundaciones por marejadas ciclónicas, y que los daños podrían alcanzar los 175.000 millones de dólares. Unos años antes, el Banco Mundial había publicado un estudio que colocaba a Tampa como la séptima ciudad más vulnerable a tormentas de gran magnitud en todo el planeta.
Sin embargo, durante años, las tormentas parecían evitar la región de una forma un tanto inexplicable. Phil Klotzbach, científico investigador para el Departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Colorado, destacó que apenas uno de cada cinco huracanes de categoría 3 o mayor han impactado Tampa Bay desde 1851.
AP