Por Carlos Angulo Parra
En su obra La Política, Aristóteles describe las diversas clases de gobierno que existieron en Grecia, atribuyendo virtudes y perversiones de cada uno de ellos. En México, en este siglo, entramos a tener un gobierno formalmente democrático, que, con el triunfo de morena y sus aliados, lo más seguro es que vaya a pervertirse en una especie de monarquía civil, no de índole hereditario por sangre sino transferido por designación del gobernante anterior, y que, después de que este gobierno (me refiero al del presidente López), destruya a las instituciones que ponen freno al Ejecutivo Federal, derivado de violaciones a la ley y a la Constitución.
La virtual presidente electa, Claudia Sheinbaum (no digo “presidenta” porque es el término inadecuado, ya que “presidente” significa el “ente que preside” y la palabra “ente” no tiene género) va a tener tantas potestades como las de un monarca, si las ejerce hacia el bien común, o como tirana, si las ejerce en beneficio personal o de su grupo político.
Claudia puede escoger el ser la mejor gobernante que tenga México o la peor. Ella se encuentra ante dicha disyuntiva. Debemos de mencionar que el actual presidente tuvo esa disyuntiva también, con la gran salvedad, de que nuestro presidente gobernó al país con los frenos que le impuso el Estado de Derecho, instrumentados por el Poder Judicial de la Federación. Pero, por desgracia, ejerció el gran poder político que tuvo durante su mandato, de la forma más irresponsable, irracional, descuidada y despótica para beneficio personal, el de su camarilla de corruptos y el de su grupo político.
Entonces, describamos lo que puede ser la Claudia Buena:
Respetar el statu quo del Estado de Derecho imperante, movilizándose políticamente para evitar que el Congreso entrante cambie la Constitución, y si no lo lograre, iniciar ya dentro de su mandato, a partir del 1º de octubre, un proceso de reversión de los cambios aprobados. Una situación así, lo primero que provocaría sería una reacción muy positiva en los mercados financieros internacionales y de nuestros socios comerciales de Norteamérica.
Abrir un diálogo franco y transparente con la oposición para reestablecer el gobierno destruido por López, para convertir al gobierno a que opere con excelencia, a bajo costo, con procesos simplificados que den competitividad al país.
Iniciar un proceso de reestructuración de las finanzas públicas, también a través de consensos con la oposición, para aumentar los ingresos tributarios, sin afectar la competitividad de las empresas, tendiente a hacer crecer la economía y, paulatinamente, incorporar a la economía informal a la formalidad tributaria.
Establecer una política de seguridad pública con base civil, a partir de lo local, otorgando a estados y municipios los recursos técnicos y presupuestales adecuados, y establecer una estrategia eficiente para combatir al crimen organizado en coordinación con el gobierno de Estados Unidos.
Reconformar los programas sociales para que no haya fugas y exista eficiencia en su instrumentación.
Hacer un gran proceso de reconciliación nacional para revertir la polarización causada por el presidente López.
La Claudia Mala
Se somete a la voluntad del presidente López y permite la destrucción del Poder Judicial de la Federación y de los órganos constitucionalmente autónomos. Ya sabemos que ello causaría una gran pérdida de confianza al país por parte de los mercados financieros internacionales y de nuestros socios en el T-Mec.
Libre de estorbos jurídicos, eliminaría las reformas estructurales en energía, telecomunicaciones, competencia económica y otras que impiden al Estado tomar control de la economía.
Consolidar a los militares en el control de la seguridad pública y continuar con pactos con el crimen organizado para realizar control político de disidentes a su gobierno.
Expropiar a empresas en ramas de la economía que le interesen al gobierno.
Establecer brigadas de defensa del régimen para hacer vigilancia y denuncia de disidentes al gobierno.
Continuar con los pactos estratégicos con los oligarcas del país, para provecho de sus intereses personales y de su movimiento.
Como seguramente lo habrán percibido, esta es solo una pequeña muestra de lo bueno o malo que nuestra virtual presidente electa puede hace para bien o para mal de los mexicanos. Esperemos que Dios la ilumine y realice un gobierno, a lo menos moderado y no destruya nuestros fundamentos democráticos, aunque endebles, que tenemos.