Por Carlos Angulo Parra
Después de que múltiples analistas políticos han dado sendas opiniones respecto de quién ganó el famoso debate presidencial que se llevó a cabo el domingo pasado, deseo centrarme más que en esto, en el significado del debate. Me explico, Para el ciudadano que lo presenció y para el que no lo presenció, pero que ha estado leyendo, viendo y oyendo las múltiples opiniones respecto al mismo ¿A qué conclusión se debe llegar?, en esto, precisamente, me concentraré en describirlo:
1.- La candidata del gobierno saliente no cambió un ápice su actitud cínica de negar la realidad, de mentir, e ignorar los cuestionamientos que Xóchitl Gálvez le hizo en el debate, actitud que ha mostrado en la campaña ilegal que inició hace años, así como en la precampaña y en la inter-campaña, en la cual continuó haciendo campaña ilegalmente.
2.- Quedó totalmente claro que el candidato Álvarez Máynez (quien, por cierto, por alguna razón extraña, niega el apellido de su padre), tiene una clara misión de actuar como esquirol para tratar de descarrilar un triunfo de Xóchitl si el resultado de la elección es por márgenes pequeños.
3.- Aunque aparentemente Xóchitl Gálvez estuvo sobre preparada (otra vez sus asesores no la dejaron ser, quitándole frescura, espontaneidad y contundencia), sus críticas, propuestas y posicionamientos, son de fondo e irrefutables.
4.- Claudia Sheinbaum estuvo como tótem, preparada con la misma cantaleta de que todo va bien y que va a haber continuidad. Ella se vio mandona, dando instrucciones a los moderadores, sin voltear a ver a sus contrincantes; es decir, ignorándolos como si no estuvieran presentes.
5.- Por el otro lado, Álvarez Máynez, estuvo como fotografía con una risa fingida que caía gorda.
Respecto a, propiamente, el significado que debemos de sacar de este debate, llego a las siguientes conclusiones:
1.- Quien nos gobernará en el futuro debe de ser una persona capaz, de buena fe, con intenciones claras de generar bien común, que no tenga ataduras con intereses creados y que tenga una muy fuerte actitud de componer lo destruido por el régimen actual, blindar las instituciones democráticas del país y trabajar fuertemente para que la población no sufra económicamente; y, no necesariamente, una persona que sea muy buena para los debates. Tenemos de sobra ejemplos de políticos mexicanos extraordinarios en el uso de la palabra, que han resultado ser un fiasco en su forma de gobernar. El ejemplo más claro de ello fue el presidente López Portillo, habiendo muchos otros más.
2.- Cualquier candidato que prometa la continuidad de lo que actualmente está haciendo el régimen nos está condenando a la ruina de nuestra democracia, de nuestra economía y de nuestras libertades.
3.- El candidato que se encuentra en la contienda con el único fin de quitarle votos a la oposición, porque sabe que no tiene la menor posibilidad de ganar, es un esquirol, y se le debe de repudiar no dándole un solo voto.
4.- Vendrán nuevos debates (dos más); esperemos que Xóchitl pueda claramente desenmascarar a la candidata del oficialismo, respecto de lo que significa dicha candidatura, que es la destrucción de nuestra democracia, nuestra economía y libertades; y, en primera instancia, en detrimento de las clases más pobres del país.
5.- No dejemos irnos por el canto de las sirenas, el hecho de que una candidata se pueda ver como “más presidencial” (nadie se ha visto más “presidencial” como el patético presidente López Portillo), no quiere decir que será la mejor presidente de México.