Brasil ha dado un paso contundente en la regulación del uso de tecnología en los salones de clase al prohibir que los menores de edad usen dispositivos móviles en las escuelas. La medida, aprobada el pasado 13 de enero, busca mejorar el aprendizaje y proteger la salud mental de los estudiantes.
Según la nueva ley, los alumnos de entre cuatro y 17 años no podrán utilizar sus teléfonos ni en clases ni durante los recreos. Esta decisión responde a preocupaciones por los efectos negativos de las pantallas en el desarrollo infantil y ha sido respaldada por el 82% de los padres brasileños.
El impacto ha sido inmediato: los estudiantes han regresado a los juegos tradicionales y han reportado una mejor concentración en clase. Sin embargo, algunos aún intentan evadir la norma escondiendo sus dispositivos.
Brasil sigue los pasos de países como Francia, Italia y China, que han implementado restricciones similares. La tendencia global muestra que al menos 80 naciones han adoptado regulaciones para reducir la presencia de celulares en las aulas.
Según la Unesco, la prohibición del uso de teléfonos en escuelas mejora el rendimiento académico, especialmente en los estudiantes con menores calificaciones. No obstante, en países como Suecia, los estudios han mostrado resultados menos concluyentes.
La comunidad educativa sigue debatiendo si la solución definitiva es una prohibición total o si se deben definir políticas flexibles adaptadas a cada escuela y contexto social.
