Moscú, Rusia — Andrei Badalov, vicepresidente de Transneft —empresa estatal que controla el transporte de petróleo en Rusia— murió al caer desde el piso 17 de un edificio residencial en Rublyovka, una de las zonas más exclusivas de Moscú. Tenía 62 años.
Aunque vivía en el décimo piso, su cuerpo fue encontrado en el exterior del edificio, lo que ha alimentado especulaciones sobre las causas de su caída. Medios como Novaya Gazeta Europa y The Moscow Times citan fuentes que apuntan a un posible suicidio, acompañado por mensajes de despedida y una supuesta carta, aún no confirmada oficialmente.
Badalov lideraba la transformación digital de Transneft desde 2021, en un momento crucial tras las sanciones internacionales impuestas por la guerra en Ucrania. Su trabajo incluía áreas estratégicas como ciberseguridad y automatización de la infraestructura energética.
Su muerte se suma a una serie de fallecimientos extraños entre altos ejecutivos rusos desde 2022. Más de 25 figuras del sector energético, financiero y militar han muerto en aparentes suicidios o accidentes sin esclarecer. Algunos expertos apuntan a un patrón de depuración interna o represalias políticas.
La fiscalía rusa abrió una investigación bajo la figura de “inducción al suicidio”, que permite explorar la posibilidad de presiones externas. Sin embargo, en un clima de opacidad, muchos de estos casos no concluyen en juicios ni revelaciones públicas.
El enigma que rodea la muerte de Badalov refuerza la percepción de que algo más profundo se oculta tras la fachada del poder empresarial en Rusia.
