Cuatro presos en la localidad argentina de Lonquimay participaron como cocineros y meseros en la boda del subcomisario a cargo de su propia detención, en un acto que derivó en una condena por abuso de autoridad.
El episodio ocurrió en mayo de 2024, cuando el inspector Cristian Martín Galván celebró su boda a una cuadra de la comisaría. Los reos, sin custodia, caminaron libremente hasta el salón de fiestas, donde cocinaron, sirvieron alimentos y limpiaron tras la fiesta. Luego regresaron a pie a la cárcel.
La jueza Marisol Rodríguez confirmó que no se había solicitado permiso alguno para esta salida, y el fiscal Guillermo Sancho detalló que “uno de ellos hizo el asado, mientras otro iba y venía varias veces durante el día”. El hecho tomó un giro más oscuro cuando se reveló que ese mismo detenido también debía atender al perro y al caballo del oficial.
Curiosamente, las cámaras de vigilancia de la comisaría y del salón no funcionaban ese día, por lo que no hay registros visuales de lo sucedido.
El policía fue condenado a un año y tres meses de prisión condicional e inhabilitado por el doble del tiempo. El juez del caso enfatizó que “no puede perder su condición de funcionario cuando lo desea y retenerla cuando le conviene”, y calificó el uso de mano de obra carcelaria en una boda como un acto “regresivo” e ilegal.