El combate global al fentanilo y sus precursores es una prioridad. En los Estados Unidos impulsamos esfuerzos sin precedentes para detener este flagelo. Las acusaciones formales que realizó el Departamento de Justicia (DOJ) contra ciudadanos y empresas de químicos de China son resultado del compromiso para combatir al fentanilo desde su origen y representan la primera acusación contra empresas de China y sus empleados.
Tan sólo una de estas empresas traficó a los Estados Unidos 200 kilogramos de precursores vinculados al fentanilo, cantidad capaz de producir las dosis suficientes para matar a 25 millones de estadounidenses.
La realidad del tráfico de fentanilo es cambiante. Sus precursores se transportan a los Estados Unidos y a México. Los criminales enmascaran los químicos y cambian las etiquetas para no ser detectados, buscan ocultar su dinero y usan las redes sociales para promover su producto maligno. La producción de fentanilo empieza con sus precursores, quienes los vendan o trafiquen serán procesados.
Las mismas organizaciones criminales trasnacionales que trafican fentanilo, también trafican armas y personas. Por ello, nuestros países han hecho un frente común para frenar a este mal de varias cabezas. Los criminales no tienen dónde esconderse, por ello, cortamos sus recursos para que ni el fentanilo ni las armas afecten a nuestras naciones.
Nuestra cooperación con México para interrumpir el tráfico de fentanilo y sus precursores es crucial. La visita del presidente Biden a México en enero de este año, las dos visitas de la asesora Presidencial de Seguridad Nacional Liz Sherwood-Randall y la visita de alto nivel de México encabezada por la secretaria Rosa Icela Rodríguez son muestra de este espíritu.