El Ministerio de Defensa de Israel confirmó en la noche del 13 de junio un ataque aéreo contra Irán, bajo el nombre de “Nación de Leones”. Según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la operación es preventiva y tiene como objetivo neutralizar el programa nuclear iraní. La ofensiva se llevó a cabo con base en inteligencia de “alta calidad” y se describió como “ofensiva, preventiva, precisa y combinada”.
Los ataques comenzaron hacia las 3:30 a. m. hora local en Teherán, donde se reportaron explosiones y columnas de humo en distintos puntos de la ciudad. Las redes sociales iraníes difundieron rápidamente imágenes del caos que generó el bombardeo, mientras las sirenas de alerta retumbaban por toda la capital.
Ante el aumento de tensiones, el ministro israelí de Defensa, Israel Katz, declaró un estado de emergencia especial en todo el país. Se suspendieron las actividades escolares y laborales, con excepción de los sectores esenciales, y se restringieron las reuniones públicas.
Este ataque ocurre en un momento crítico. El expresidente Donald Trump había advertido el 12 de junio que Israel contemplaba una ofensiva contra Irán, pese a que EE.UU. se encontraba cerca de alcanzar un acuerdo nuclear con Teherán. Washington incluso había comenzado a evacuar personal diplomático en previsión de una posible escalada.
La respuesta iraní no tardó. El general Hosein Salamí, comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, declaró que su país está “preparado para una guerra a cualquier nivel”. La amenaza de una represalia inmediata pone a Medio Oriente al borde de un nuevo conflicto regional.
Observadores internacionales temen que este ataque pueda detonar una cadena de enfrentamientos en una región históricamente volátil. Hezbollah, Siria e Irak podrían sumarse al conflicto, lo que podría escalarlo a una guerra regional de proporciones devastadoras.