Cada uno a su manera, los tres principales aspirantes a la candidatura de Morena para la elección presidencial de 2024 han dedicado su primera semana de “recorridos nacionales” y de “asambleas informativas” a ostentar, hasta el exceso, su cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador, con el objetivo de posicionarse como herederos naturales del tabasqueño.
A lo largo de la semana pasada Marcelo Ebrard Casaubon, Adán Augusto López Hernández y Claudia Sheinbaum Pardo procuraron despuntar en la carrera interna del partido, en un contexto enrarecido por las medidas cautelares dictadas por el Instituto Nacional Electoral (INE) el pasado viernes 16, que les prohíbe hacer formalmente una precampaña.
Sheinbaum, hasta el momento favorita en la carrera, ha seguido una estrategia prudente: en cada templete de cada mitin repitió los principios del movimiento promovido por López Obrador (“No robar, no mentir y no traicionar al pueblo de México”, “Por el bien de todos, primero los pobres”, “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre” y “El poder sólo es virtud cuando se pone al servicio de los demás”) y lanzó “vivas” al presidente.
La exjefa de gobierno capitalina se presenta como la única mujer dentro del proceso interno de Morena y la que garantiza la continuidad de la Cuarta Transformación con “sello propio”, mismo que hasta ahora no se ha visto. Por el contrario, y como ya lo hacía en sus mítines masivos en las alcaldías y el último en el Monumento a la Revolución, los 20 minutos que habla al micrófono en promedio los ocupa en destacar programas sociales del gobierno del tabasqueño, como la pensión de adultos mayores, los apoyos a jóvenes y a campesinos, las becas estudiantiles, la construcción de hospitales y obras de transporte, entre otros.
Los encuentros “masivos” de Sheinbaum no han logrado atraer a grandes multitudes, pese a grandes contingentes de maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), quienes asistieron previo pase de lista, así como habitantes de Ecatepec, Estado de México, llevados en autobuses, o residentes de la alcaldía Iztapalapa, en la Ciudad de México, beneficiarios de programas sociales, que se mueven por sus propios medios siguiendo a la exmandataria local. Antes de los actos de Pachuca y Tlaxcala, trabajadores han tenido que retirar decenas de sillas vacías para evitar una mala imagen.
En sus actos oficiales Sheinbaum se ha rodeado de reconocidos operadores políticos cercanos a ella, como el senador y exintegrante de su gabinete César Cravioto, y el diputado federal Miguel Torruco. Sin embargo, no estuvo presente José Ramiro López Obrador, Pepín, hermano del titular del Ejecutivo federal, quien abiertamente se ha manifestado en su favor.
De los primeros cinco estados que pisó, tres son gobernados por morenistas que han expresado abiertamente su apoyo a Sheinbaum desde que gobernaba la capital mexicana: el oaxaqueño Salomón Jara, la tlaxcalteca Lorena Cuéllar y el sonorense Alfonso Durazo.
Pero la exjefa de Gobierno no se limitó al apoyo de Morena. En Tlaxcala fue recibida por dos exgobernadores del PRI Rafael Sánchez Anaya y José Antonio Álvarez, quienes fueron abucheados a gritos de “¡ratas!”, “¡corruptos!”, “¡fuera!”, “¡no te juntes con ellos!”.
En otra maniobra, severamente criticada por sus propios correligionarios, Sheinbaum sumó a su equipo al diputado local Gonzalo Espina, quien el martes 20 renunció a la bancada del PAN en el Congreso de la Ciudad de México para unirse a Morena, a cuyos integrantes otrora calificó de “cerdos populistas”.
Ese mismo día en Pachuca la morenista fue recibida en el templete por José Ramón Amieva, a quien Miguel Ángel Mancera le confió la jefatura de Gobierno en marzo de 2018, cuando se fue en busca de una curul en el Senado.
Proceso