El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró el miércoles que buscará designar a Antifa, una red de activistas antifascistas, como una “organización terrorista importante”. La declaración la realizó a través de su cuenta en Truth Social, donde también advirtió que pedirá investigar a quienes financien al movimiento.
Trump describió a Antifa como un “desastre de izquierda radical, enferma y peligrosa”, retomando una narrativa que ha sostenido desde su primer mandato. En ese periodo responsabilizó a los activistas antifascistas de actos de violencia contra la policía y de incidir en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
La amenaza de designación surge después de que Stephen Miller, exfuncionario de la Casa Blanca, afirmara que el gobierno republicano trabajaría en desmantelar lo que calificó como un “gran movimiento terrorista doméstico”, vinculándolo incluso con el asesinato del activista conservador Charlie Kirk.
Actualmente, la legislación estadounidense contempla la persecución de actos de terrorismo doméstico, pero no existe un listado oficial de “organizaciones terroristas nacionales”, lo que complica la aplicación de una medida como la que plantea Trump.
Antifa, lejos de ser una organización formal, es un término que engloba a colectivos e individuos que actúan de manera descentralizada bajo ideales antifascistas. Su origen se remonta a las luchas contra el fascismo europeo en la década de 1930, y en los últimos años ha resurgido como una respuesta a la expansión de movimientos de ultraderecha.
Los activistas que se identifican con Antifa utilizan tácticas de resistencia directa, como manifestaciones y bloqueos. Sin embargo, su falta de estructura jerárquica dificulta que pueda ser reconocida legalmente como una organización. Expertos señalan que generalizar sobre sus acciones puede resultar engañoso, pues no todos sus miembros emplean los mismos métodos ni comparten idénticos enfoques.
