Washington, D.C.— La tensión mundial se disparó tras el reciente bombardeo de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes. Mientras el presidente Donald Trump celebra la operación como un “éxito total”, en el Congreso y dentro del mismo ejército crecen las voces de alerta ante las posibles consecuencias devastadoras que podría tener esta decisión.
El congresista Thomas Massie, republicano por Kentucky, lanzó duras críticas contra la administración Trump al considerar que los ataques no cuentan con autorización legal. Massie, quien promovió una resolución bipartidista para frenar acciones militares no autorizadas en Irán, escribió en X: “Esto no es constitucional”, en clara referencia a que Trump no obtuvo aval del Congreso para iniciar una ofensiva bélica.
A la par, comenzaron a circular las primeras imágenes de la Planta de Enriquecimiento de Combustible de Fordow, uno de los blancos atacados por EE.UU., ubicada en una zona subterránea altamente fortificada cerca de la ciudad de Qom, al sur de Teherán. Las imágenes han generado reacciones de pánico e indignación en redes sociales, mientras Irán guarda silencio sobre el estado real de sus instalaciones.
Según reveló el periodista Ken Klippenstein, el ejército estadounidense ha comenzado a advertir a sus tropas que podrían producirse contraataques iraníes en cualquier momento. “La ofensiva contra Irán probablemente resultará en represalias contra bases e instalaciones estadounidenses en Medio Oriente, y podría activar células terroristas extranjeras, incluso dentro del propio territorio estadounidense”, señala el informe citado por Klippenstein.
En medio de este clima tenso, Trump ha declarado que esperará dos semanas antes de decidir si autoriza nuevos bombardeos sobre la infraestructura nuclear iraní. Sin embargo, sus movimientos militares dicen otra cosa: seis bombarderos furtivos B-2 Spirit ya han sido trasladados desde la Base Aérea Whiteman en Misuri hacia bases operativas avanzadas en el Indo-Pacífico, presumiblemente Guam o Diego García, lo que muchos interpretan como una clara señal de preparación para un conflicto de gran escala.
Con el conflicto entre Israel e Irán entrando en su noveno día, el involucramiento directo de EE.UU. podría detonar una guerra regional que se extienda más allá de Medio Oriente. Mientras tanto, el Congreso estadounidense se encuentra dividido, y el mundo entero observa con preocupación cómo una disputa localizada podría convertirse en el próximo gran conflicto global del siglo XXI.