El descubrimiento de una ciudad fortificada de 4 mil años de antigüedad oculta en un oasis de la actual Arabia Saudita revela cómo la vida de la época fue cambiando lentamente de una existencia nómada a una urbana, afirman arqueólogos.
Los restos de la ciudad, apodada al-Natah, estuvieron ocultos durante mucho tiempo por el oasis amurallado de Khaybar, una mancha verde y fértil rodeada de desierto en el noroeste de la península arábiga.
Entonces se descubrió en el lugar una antigua muralla de 14,5 kilómetros de longitud, según una investigación dirigida por el arqueólogo francés Guillaume Charloux publicada a principios de este año.
En un nuevo estudio publicado el pasado 30 de octubre en la revista PLOS One, un equipo franco-saudí de investigadores ha aportado «pruebas de que estas murallas están organizadas en torno a un hábitat”, declaró Charloux a la AFP.
La gran ciudad, que llegó a albergar hasta 500 habitantes, fue construida hacia el año 2.400 a.C., durante los inicios de la Edad de Bronce, según los investigadores. Fue abandonada unos mil años después. «Nadie sabe por qué”, dijo Charloux.
Cuando se construyó al-Natah, las ciudades florecían en la región de Levante, a lo largo del Mediterráneo, desde la actual Siria hasta Jordania. En aquella época, se creía que el noroeste de Arabia era un desierto estéril, cruzado por nómadas pastores y salpicado de cementerios.
Hasta hace 15 años, cuando los arqueólogos descubrieron murallas de la Edad de Bronce en el oasis de Tayma, al norte de Khaybar. Este «primer descubrimiento esencial” llevó a los científicos a examinar más de cerca estos oasis, explicó Charloux.
Las rocas volcánicas negras llamadas basalto ocultaban tan bien las paredes de al-Natah que «protegían el yacimiento de excavaciones ilegales”, explicó Charloux. No obstante, la observación del yacimiento desde arriba reveló posibles caminos y los cimientos de casas, lo que sugería dónde tenían que excavar los arqueólogos.
Descubrieron cimientos «lo bastante fuertes como para soportar fácilmente al menos viviendas de una o dos plantas”, dijo, subrayando que quedaba mucho trabajo por hacer para comprender el yacimiento.
Pero sus hallazgos preliminares dibujan una ciudad de 2,6 hectáreas con unas 50 casas encaramadas a una colina, dotada de una muralla propia. Las tumbas de una necrópolis contenían armas de metal, como hachas y puñales, y piedras como el ágata, lo que indica una sociedad relativamente avanzada para ser tan antigua.
El tamaño de las murallas -que podían alcanzar unos cinco metros de altura- sugiere que al-Natah era la sede de algún tipo de autoridad local poderosa. Según el estudio, estos descubrimientos revelan un proceso de «urbanismo lento” durante la transición entre la vida nómada y la más sedentaria de las aldeas.
Por ejemplo, los oasis fortificados podrían haber estado en contacto entre sí en una zona todavía poblada en gran parte por grupos nómadas de pastores. Estos intercambios podrían incluso haber sentado las bases de la «ruta del incienso”, que permitía el comercio de especias, incienso y mirra desde el sur de Arabia hasta el Mediterráneo.
Al-Natah seguía siendo pequeña en comparación con las ciudades de Mesopotamia o Egipto de la época.
DW