Teherán, Irán.— La República Islámica de Irán confirmó este sábado que tres de sus principales instalaciones nucleares fueron blanco de ataques aéreos, entre ellas la altamente protegida planta de Fordo, ubicada en la provincia de Qom. La noticia fue transmitida por la televisión estatal iraní y posteriormente ampliada por la agencia oficial IRNA.
“Hace unas horas, cuando se activaron las defensas aéreas de Qom y se identificaron objetivos hostiles, parte del sitio nuclear de Fordo fue atacado por enemigos”, señala un comunicado citado por IRNA. Aunque las autoridades no han proporcionado cifras oficiales sobre víctimas o daños materiales, el hecho de que reconozcan el impacto directo en una instalación tan sensible es considerado un giro dramático en la creciente tensión militar en la región.
La planta de Fordo, construida en lo profundo de una montaña para resistir bombardeos, ha sido un punto clave en el programa de enriquecimiento de uranio de Irán. El ataque marca un punto de inflexión en la confrontación entre Irán, Israel y, ahora abiertamente, Estados Unidos, que ha reconocido su participación en la ofensiva.
Además del bombardeo en Fordo, la agencia IRNA confirmó que las instalaciones nucleares de Isfahán y Natanz también fueron atacadas. Estas dos plantas son fundamentales para el desarrollo y mantenimiento del programa atómico iraní, lo que sugiere una estrategia de debilitamiento coordinada por parte de los atacantes.
En declaraciones recogidas por la prensa estatal, Akbar Salehi, vicegobernador de Isfahán encargado de asuntos de seguridad, reconoció que se produjeron “ataques en los alrededores de los sitios nucleares”. Sin embargo, al igual que en el caso de Fordo, no se ofrecieron detalles sobre la magnitud de los daños ni sobre víctimas humanas.
La falta de claridad en los reportes oficiales iraníes ha generado incertidumbre en la comunidad internacional, que observa con alarma cómo el conflicto escala hacia una posible guerra regional con implicaciones globales. Mientras tanto, la población iraní enfrenta con inquietud la posibilidad de nuevos ataques y la reanudación de una era de confrontación directa entre potencias.