En su primer mandato, Donald Trump puso a prueba los límites de la forma en que podría usar al ejército para lograr objetivos políticos. Si llega de nuevo a la presidencia, el republicano y sus aliados se preparan para ir mucho más allá, reconfigurando al ejército como una herramienta todopoderosa que se desplegaría en el territorio estadounidense.
El republicano ha prometido traer de vuelta a miles de soldados estadounidenses del extranjero y apostarlos en la frontera entre Estados Unidos y México. Ha explorado la posibilidad de utilizar a las tropas en prioridades de política nacional como las deportaciones y el control de los disturbios civiles. Ha hablado de destituir a los oficiales del ejército que se opongan ideológicamente a él.
La visión de Trump podría ser un cambio considerable en el papel del ejército en la sociedad estadounidense, el cual tendría graves implicaciones para en lugar del país en el mundo y para las restricciones que se han impuesto tradicionalmente al uso de esa institución en el territorio nacional.
Mientras la campaña de Trump se acerca a su última etapa contra la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, el expresidente promete drásticas acciones contra los inmigrantes que no cuenten con un estatus legal permanente. En un discurso pronunciado el viernes en Colorado, el republicano describió a la ciudad de Aurora como una “zona de guerra” controlada por pandillas venezolanas, aunque las autoridades dijeron que se trataba de un solo bloque del suburbio de Denver, y que el área ha vuelto a ser segura.
“Rescataré a Aurora y a toda ciudad que haya sido invadida y conquistada”, dijo Trump en el mitin.
“Pondremos en la cárcel a esos crueles criminales sedientos de sangre o los echaremos del país”.
El expresidente y sus asesores ya desarrollan planes para cambiar las prioridades y recursos del ejército, incluso en un momento en el que las guerras sacuden Europa y Oriente Medio. La prioridad de Trump en su plataforma, conocida como Agenda 47, es implementar severas medidas en la frontera entre Estados Unidos y México “trasladando (a esa frontera) a miles de soldados que actualmente están en el extranjero”. También se compromete a “declara la guerra” a los cárteles y desplegar a la Armada en un en un cerco que abordaría e inspeccionaría los barcos para detectar fentanilo.
Trump también he dicho que usaría a la Guardia Nacional, y posiblemente al ejército, como parte de una operación para deportar a millones de inmigrantes que no tienen un estatus legal permanente.
Aunque el equipo de campaña de Trump declinó explicar los detalles de esos planes, incluido el número de tropas que trasladaría a la frontera desde el extranjero, sus aliados no tienen reparos en presentar a la operación como una misión amplia que utilizaría las herramientas más poderosas del gobierno federal en nuevas y extraordinarias formas.
“Podría haber una alianza entre el Departamento de Justicia, el Departamento de Seguridad Nacional y el Departamento de Defensa. Esos tres departamentos tienen que estar coordinados en una forma en que quizás no se haya hecho antes”, señaló Ron Vitiello, que fue director interino del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) en el gobierno de Trump.
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