Un equipo de científicos ha revelado nuevos hallazgos sobre unas diminutas esferas de vidrio encontradas en la superficie lunar, concluyendo que estas misteriosas formaciones podrían actuar como cápsulas del tiempo que conservan información clave sobre el pasado volcánico de nuestro satélite natural.
Las esferas, recuperadas hace más de cinco décadas por los astronautas de la misión Apolo 17, han sido objeto de un análisis exhaustivo gracias a nuevas tecnologías que permiten examinar estructuras microscópicas sin dañarlas. Lo que parecía ser simplemente residuos volcánicos, ahora se interpreta como un registro milenario de las condiciones internas de la luna.
Según los investigadores, estas perlas de vidrio se formaron entre 3 mil 300 y 3 mil 600 millones de años atrás, durante violentas erupciones que expulsaron magma hacia la superficie lunar. Al entrar en contacto con el vacío del espacio, el material fundido se enfrió rápidamente, formando pequeñas esferas de distintos colores, principalmente negras y anaranjadas.
El análisis reveló diferencias sorprendentes entre ambas. Las esferas negras contienen diminutos cristales de sulfuro de zinc, un indicio de que se formaron en un entorno rico en hidrógeno y azufre. Por otro lado, las esferas naranjas, al no presentar estos compuestos, sugieren que se originaron bajo condiciones volcánicas distintas, quizás más secas o menos reactivas.
Además, las estructuras superficiales de las esferas presentan patrones únicos, como capas en forma de placas y microprotuberancias, que los expertos asocian con cambios extremos de presión y temperatura durante las erupciones que las crearon.
Lo más notable, según los autores del estudio, es que estas esferas no han sido alteradas desde su formación. Al estar encapsuladas en vidrio, la información química y mineral que contienen se ha conservado intacta durante miles de millones de años, lo que las convierte en registros geológicos extraordinarios de la historia lunar. Dicho en otras palabras, este descubrimiento no solo ofrece pistas sobre el pasado volcánico de la Luna, sino que también abre nuevas posibilidades para entender cómo evolucionaron otros cuerpos planetarios del sistema solar.
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