Por Eduardo Borunda
La participación ciudadana implica formar parte de, es decir, tomar acción por una idea, un proyecto e incluso a favor o en contra de las decisiones del propio gobierno. En este sentido, el actual llamado a las urnas, para elegir a las autoridades del poder judicial federal y estatal está lleno de incertidumbre. Primero porque no hay información que permee dentro de la sociedad mexicana, el desconocimiento de que vamos a elegir, el cómo votar y lo más triste, no saber quiénes son los candidatos, pues tendremos en el caso del municipio de Juárez 11 boletas y cientos de candidatos inscritos en los cargos a elegir.
El pasado fin de semana, en Ciudad Juárez tuvimos la oportunidad de escoger entre 860 proyectos de inversión pública lo que queremos para nuestra comunidad. Entre ellos, por supuesto, la oportunidad de recuperar espacios públicos como la plaza del periodista. El programa de presupuesto participativo tuvo casi 180 mil participantes en este año 2025 lo cual representa una altísima participación motivada por proyectos muy concretos y específicos que proponen y quieren los ciudadanos.
Faltan exactamente 2 años para estar en las urnas para elegir al mandatario que estará en el palacio de gobierno del estado de Chihuahua. Es decir, el próximo gobernador o gobernadora está hoy en la mira de los chihuahuenses, observando sus movimientos, sus fintas e incluso abriendo las apuestas para saber quién o quienes estarán en la boleta electoral de gobernador.
Sin perder la idea de la participación, también están las apuestas por la planilla de ayuntamiento y de quién será el abanderado en cada una de las opciones viables como candidato a alcalde. Parece adelantado, pero no, faltan 24 meses, pero aún es tiempo de esperar y de posicionarse con la intención de ser el agraciado o agraciada para una candidatura nada despreciable.
El reto de los juarenses es salir a las urnas, romper el estigma de su baja participación para ser tomados en cuenta. Si no votamos, en primera instancia, dejamos de ejercer un derecho político, dejando que unos pocos decidan quién o quiénes nos van a gobernar. Segundo, si no hay participación, no somos tomados en cuenta, porque entonces, estratégicamente no formamos parte de las prioridades de los tomadores de decisiones políticas.
Un ejemplo de lo anterior, lo tenemos con los resultados electorales oficiales. En el año 2024, en la elección federal hubo una participación nacional del 60%, para el estado de Chihuahua en el distrito 1, se registró una participación del 50%; para el distrito 2 un porcentaje del 43%, mientras que para el distrito 3 fue del 44%. Sin embargo, para el distrito 4 se tuvo una participación del 54%. Estas diferencias están por debajo del promedio nacional, pero también son en el caso de los distritos 3 y 4 de los más bajos a nivel histórico en los últimos procesos electorales.
Tendríamos que revisar cada una de las casi 2,500 casillas instaladas en lo particular, para analizar el comportamiento electoral, buscar estrategias que incentiven la participación y detectar con casos de estudio por qué los ciudadanos no confían en los políticos. En fin, las encuestas deben dar resultados tangibles con miras a los próximos procesos electorales.
En conclusión, el voto de los ciudadanos en procesos electorales y de participación ciudadana deben escucharse con fuerza, en voz alta y con resolución firme. Una ciudadanía sin voz y sin voto será una ciudadanía dormida, dejando en las manos de pocos o algunos las grandes decisiones. Así de simple. Ustedes tienen la palabra, salir a votar o quedarse en casa.