El hundimiento de una embarcación procedente de Venezuela por parte de fuerzas militares de Estados Unidos elevó la tensión en el Caribe. Según el militar venezolano en retiro José Antonio Colina, el operativo buscaba impedir que cargamentos de cocaína llegaran a México y Centroamérica, zonas de paso estratégico hacia el mercado estadounidense.
Colina aseguró que los envíos provienen principalmente del estado de Sucre, al oriente de Venezuela, y que la acción de Washington forma parte de una estrategia para bloquear cualquier tránsito de drogas por esas aguas. La operación también se inscribe en el contexto de la reciente designación de varios cárteles latinoamericanos como organizaciones terroristas por parte del Departamento de Estado.
Entre los grupos incluidos en la lista destacan el Tren de Aragua, el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel del Noreste, la Nueva Familia Michoacana, el Cártel del Golfo y los Cárteles Unidos. Esta clasificación permite a Estados Unidos ampliar su margen de acción militar y judicial en contra de dichas organizaciones.
La tensión se ha incrementado en las últimas semanas con el despliegue de ocho buques de guerra estadounidenses en el Caribe. En respuesta, el gobierno de Nicolás Maduro activó la movilización de 4.5 millones de milicianos civiles, como una muestra de fuerza frente a la amenaza percibida.
El Pentágono difundió un video de 27 segundos en el que se observa la embarcación venezolana en la mira antes de ser atacada. En las imágenes desclasificadas, la lancha aparece envuelta en llamas tras el impacto.
Mientras tanto, Washington insiste en que el Tren de Aragua representa una amenaza “inusual y extraordinaria” para la seguridad nacional. La confrontación con Caracas, marcada por la expulsión de la DEA en 2005, parece entrar en una nueva fase, donde el combate al narcotráfico se mezcla con el pulso geopolítico entre Estados Unidos y Venezuela.
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