Fengyang, China. – Una nube de polvo y el estruendo de tejas cayendo desde lo alto interrumpieron lo que parecía una tarde tranquila en la Torre del Tambor de Fengyang, uno de los monumentos más icónicos de la provincia de Anhui. A las 18:30 horas del lunes, parte del edificio colapsó repentinamente ante la mirada de turistas atónitos.
El desprendimiento, grabado por visitantes y viralizado en la red social Weibo, provocó el cierre inmediato del sitio histórico. “Escuché el sonido de una teja tras otra”, relató un testigo al medio estatal The Beijing News. Milagrosamente, no se reportaron heridos.
La estructura, originalmente construida en 1375 durante la dinastía Ming, fue reconstruida en 1995. Paradójicamente, fue esa sección moderna la que colapsó, apenas un año después de una restauración de 3.4 millones de yuanes. Las autoridades ahora investigan si hubo fallas en el diseño, construcción o supervisión de la obra.
La Oficina de Turismo ha convocado a las empresas involucradas en el proyecto para colaborar con ingenieros forenses y revisar los certificados de materiales utilizados. Críticos en redes sociales cuestionan la durabilidad de las reconstrucciones “modernas” frente a los elementos tradicionales de la arquitectura antigua china.
Este incidente ha encendido el debate sobre la autenticidad y calidad de las restauraciones patrimoniales en China, un país que ha invertido sumas millonarias en renovar su legado cultural… no siempre con resultados positivos.
Para los residentes locales, la torre es más que un símbolo histórico: es parte de su vida cotidiana. “Si hubiera ocurrido más tarde, muchos niños estarían jugando ahí”, lamentó un habitante, recordando lo cerca que estuvieron del desastre.
