–La obra con más vueltas que la ruleta
En los pasillos de la Unidad Administrativa Benito Juárez ya se escuchan los ecos de la novela de nunca acabar: el paso elevado en Vicente Guerrero y Francisco Villa, esa obra que fue detenida por el senador juarense Juan Carlos Loera de la Rosa, enemigo acérrimo de Cruz Pérez Cuéllar.
Según se comenta la obra reaparecerá en la agenda de obra pública para el próximo año.
Después de plantones, gritos, pancartas y uno que otro discurso para la foto, la maquinaria está lista para arrancar… otra vez.
Pero ojo, que los cambios van según el humor del día. El proyecto original —ese que costará más de $400 millones de pesos, porque aquí nada es barato— ahora resulta que será ajustado “escuchando a la ciudadanía”.
Dicen que tomarán en cuenta los reclamos sobre los históricos edificios de la zona y el bendito tren, pero, entre nos, lo único que parece inamovible es la idea del puente elevado. Ferromex retoma el asunto, pero no por cortesía, sino porque así lo dicta la concesión de los años noventa.
Mientras tanto, los defensores del Centro Histórico no se cansan de pedir un paso deprimido —como el de 16 de Septiembre y Francisco Villa— para no cargarse la exaduana, la ex clínica, la casa del administrador, la Garita de Metales y hasta una esquinita del monumento a Juárez. Son historias del siglo XIX y XX que aquí se defienden como si fueran pirámides.
Eso sí, en medio del enredo, hay quien sugiere que los funcionarios deberían aplicar el viejo consejo de la abuela: “En boca cerrada no entran moscas”. Porque cada vez que abren la boca, se arma el avispero.
Como sea, aquí nada está escrito en piedra y, por lo visto, la única certeza es que habrá más capítulos en esta serie de infraestructuras eternas. Hagan sus apuestas señores.
