—Isela Molina quiere dejar huella
—Dejan narcocartulina con mensaje para “los marranos”
Con 17 votos a favor y 4 en contra, el Cabildo de Ciudad Juárez aprobó este martes entregar 10 millones de pesos a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) para financiar actividades por su 52 aniversario, incluidos los preparativos del polémico concierto de Alejandro Fernández.
La decisión llega un día después de que el Congreso del Estado exhortara al Ayuntamiento a no destinar recursos públicos al concierto, pidiendo que en su lugar se apoyaran becas, transporte estudiantil y proyectos comunitarios.
El exhorto fue aprobado por unanimidad y dejó claro que el Legislativo estará vigilante, al igual que la Auditoría Superior, de cada peso que se gaste en el festejo universitario.
En ese mismo contexto, la sesión de Cabildo dejó en evidencia a la propia universidad: no existe un plan concreto para resolver el problema del transporte. Aunque se había dicho que en enero habría solución, lo expuesto por Pedro Yáñez, director de Bienestar Estudiantil, mostró que no hay avances reales y que todo sigue en el terreno de las promesas, solo dando largas al problema.
Ese vacío abrió todavía más cuestionamientos y alimentó la crítica ciudadana: mientras la universidad no presenta soluciones claras al transporte, el Cabildo decidió aprobar 10 millones para los festejos.
El trasfondo político es evidente: al avalar la entrega del dinero, el alcalde Cruz Pérez Cuéllar terminó cargando con el costo social de la decisión.
En paralelo, el rector Daniel Constandse festeja el espaldarazo municipal, aunque su batalla apenas comienza. Todavía le faltan millones para completar el presupuesto del concierto y enfrenta la lupa del Congreso y de la Auditoría Superior, que no perderán detalle del origen y destino de los recursos.
Hasta hace unos días señalado como el personaje más cuestionado de Juárez, Constandse logra trasladar parte de la presión al alcalde, pero sigue atado al reto de justificar un gasto millonario en un evento de una sola noche.
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Buena fiesta la que se armó para celebrar los 79 años de la Canacintra en la frontera. Dicen que la presidenta local, Isela Molina, no escatimó en detalles: banquete de primer nivel, invitados de lujo y, por ahí, uno que otro guiño a la política industrial de la región.
Quienes conocen a Molina saben que, más allá de ser la primera mujer al frente de la cámara, está dispuesta a dejar huella. No sólo en el anecdotario de género, sino en la manera en que la industria y la academia están empezando a bailar el mismo son.
Ya era hora de que la industria dejara de mirar a las universidades como fábricas de diplomas y las viera como verdaderos socios para el desarrollo.
Por la mañana de este miércoles arrancó con reconocimientos: la Secretaría de Economía y empresarios locales se colgaron la medalla “Hecho en México”. Nada mal para quienes buscan abrir mercados y presumir que en Juárez también se producen cosas de calidad mundial.
Pero la verdadera pasarela de poder vino después, cuando las luces bajaron y la cena reunió a la crema y nata del sector productivo.
En la mesa principal estuvieron industriales de peso, funcionarios de todos los colores y, para no perder el toque internacional, hasta el cónsul de México en El Paso, Mauricio Ponce de León.
Pero lo que realmente puso a todos con la ceja levantada fue la presencia de rectores universitarios, como Óscar Ibáñez de la UTCJ, empresarios y, especialmente, Edgar Lara, el nombre que empieza a sonar como sucesor en la Universidad Tecnológica Paso del Norte (UTPN).
La industria tiene puesta la mira en cerrar filas con las universidades, porque sin talento joven, las maquilas se quedan sin futuro. Y si de lecturas políticas se trata, la aparición de Lara no pasó desapercibida. En política no hay coincidencias: su cercanía con los empresarios lo perfila como un posible enlace entre el mundo académico y el poder real del sector maquilador.
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Resulta que la madrugada del lunes, allá por la carretera Panamericana, justo ahí donde el polvo se mezcla con el miedo, apareció un auto abandonado con un mensaje que no deja dudas: “Así van a ir quedando marranos”.
Como quien dice, la advertencia iba con dedicatoria y con todo el “sabor” de la violencia que, lamentablemente, no se espanta ni con rezos ni patrullajes extras.
No es la primera vez que los criminales usan la vía pública como su propio pizarrón de amenazas. En esta ocasión, dejaron un cuerpo en el maletero de un Chevy gris, modelo 2009, y una cartulina fosforescente que más que advertencia, parecía trofeo para demostrar quién manda en la plaza.
Y mientras tanto, los cobracuotas –esos que andan con la mano extendida hasta por el aire que se respira– recibieron un recadito directo y sin rodeos. Ni más ni menos. Mientras tanto los asesinatos de alto impacto continúan sin que autoridad alguna pueda prevenirlos y detener a los presuntos asesinos de decenas de casos que quedan simplemente en la impunidad.