El pasado fin de semana la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dio el inicio al Programa de Vivienda para el Bienestar, cuyo objetivo es garantizar el acceso a la vivienda como un derecho humano.
A nivel nacional, el programa apunta a construir 200,000 nuevas viviendas en este año.
El “Pueblo Bueno y Sabio” acepta las mentiras del gobierno, quienes anuncian con entusiasmo las viviendas del Bienestar de solo 60 m², cuando ya era difícil vivir en casas de 90 m². No parece posible, aunque se les aplauda.
Una habitación en el Palacio Nacional, donde vivieron AMLO y ahora Sheinbaum, tiene más de 60 m². ¿Por qué no se va ella a vivir en una casa del Bienestar con esos metros cuadrados, destinados a cuatro personas? Esto no permite una vida digna, ¿o sí? Ese es el segundo piso de la 4T.
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“No me vengan con que la ley es la ley”, dijo en sus buenos tiempos el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Esta frase se ha convertido no solo en un grito de guerra electoral de los morenos, sino también en una forma de hacer política de su movimiento. La senadora Andrea Chávez y el alcalde Cruz Pérez Cuéllar lo han seguido al pie de la letra, ignorando la Constitución, la Ley Electoral y el INE, y además a su jefa política de la 4T, quien les hizo un llamado a no realizar campañas anticipadas y a no utilizar recursos oficiales y ocultos (algo que ella misma no hizo para llegar a la presidencia).
Este fin de semana continuaron haciendo lo mismo, con algunos ajustes, pero persisten en lo suyo, promocionándose.
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La expresidenta del Partido Verde, quien también tuvo vínculos con César Duarte y su esposo LeBarón, permanece en silencio ante las múltiples acusaciones en su contra, no solo por parte de Juan Carlos Loera de la Rosa.
Durante la administración de Duarte y en la alianza Conagua-Semarnat, se construyó el “Cartel del Agua” donde obtuvieron beneficios personales y grupales. ¿Por qué están tan callados y siguen utilizando estrategias para ocultar sus complicidades con la corrupción?
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Sin justificar el delito, la subcultura del narcotráfico muestra crudamente su realidad a través de uno de sus medios de expresión. Solo podrá erradicarse con educación formal e informal y con una cultura de la legalidad.
Hacer desaparecer prohibiendo los corridos tumbados en espectáculos no es una solución viable, ya que las redes sociales, los medios de comunicación tradicionales y los reproductores caseros seguirán existiendo.
Estos intentos desesperados no prenderán ni tendrán éxito; la gente no va a perder su tiempo por un descuento, por ejemplo.
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A ver, a ver, a ver, ¿pues no que “no somos iguales”? A los morenos ya les descubrieron el espionaje de la Sedena durante el sexenio de AMLO. Según la revista Proceso, fueron 500 mexicanos espiados entre el fin de 2018 y 2019.
Esto es solo para abrir boca, nuevamente se deja al descubierto que el sexenio de AMLO mostró sus verdaderos colores. Se dicen castos y puros y resultaron no serlo.
La Sedena espió 456 teléfonos con Pegasus en un solo mes del primer año del gobierno de AMLO. De las mil 233 víctimas de ataques con Pegasus que WhatsApp identificó entre sus usuarios globales entre abril y mayo de 2019, más de una tercera parte —el 37%— eran mexicanos.
