—Aplica Sheinbaum justicia selectiva
—Quien fuera la ex primera dama
—¿A qué viene tanta maroma estadística?
Ahora sí que todos contra Andy, porque lo de su viaje a Tokio ya no es chisme de salón, sino escándalo de hotel cinco estrellas, cortesía del reportaje de Aristegui Noticias.
Resulta que el hijo consentido, en vez de sumar millas con la austeridad republicana, se dio la gran vida en The Okura Tokyo, uno de los hoteles más exclusivos de la capital nipona. Nada más y nada menos que 177 mil pesotes gastados en 14 días. ¿Así o más fifí?
Pero aquí no acaba el sushi. Andy López Beltrán juró y perjuró que sólo gastó 7,500 pesos por noche y que, como buen ciudadano modelo, voló en aerolínea comercial. Peeero, oh sorpresa, los datos muestran cenas que rebasan los 47 mil pesos, una cantidad que ya la quisiera cualquier secretario de Morena para su quincena, pues en 2023 cobraban 43,957 pesos.
Eso sí, en plena época de la transparencia, resulta que el secretario de marras no ha actualizado ni el salario, ni las obligaciones de transparencia. ¿No que muy diferentes? Por lo visto, lo único transparente son las copas de sake que se bebieron en las cenas.
Mientras la 4T presume ahorro y combate al derroche, las facturas del heredero presidencial dejan claro que el discurso y la realidad van por caminos tan opuestos como el ramen y los tacos al pastor. Al final, ya ni sorprende que la opacidad siga siendo el platillo fuerte del menú político.
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Dicen los enterados que, tras las revelaciones del Tesoro gringo sobre contratos bien maiceados en Pemex, la presidenta Claudia Sheinbaum salió a apagar el fuego con un balde de declaraciones: “No se llevaron a cabo”, aseguró. Y para quienes se quedaron con el ojo cuadrado, prometió que la secretaria Buenrostro va a salir a dar la cara y contar la telenovela completa de sobornos y cancelaciones.
Hablando de justicia selectiva, no faltó quien viera el manotazo cuando los señalados por los gringos fueron quemados en leña verde durante la mañanera. Por arte de magia, a unos los etiquetaron de panistas mientras a otros se les barrió el expediente. Así o más claro el juego de “justicia a modo”.
Por si fuera poco, el círculo rojo ya anda cuchicheando sobre quién será el siguiente en la lista negra. Empresarios nerviosos, funcionarios mirando sobre el hombro y periodistas afinando la pluma, porque en esta novela cada capítulo trae un giro inesperado. Lo único seguro es que el rating de Palacio no baja… y el suspenso tampoco.
Y cómo dice el clásico, “cosas veredes, Sancho”. La política mexicana no deja de sorprender, y mientras tanto, todos andan listos para el siguiente episodio.
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Mientras unos morenos siguen de viaje por todo el mundo, Beatriz Gutiérrez Müller ya hace maletas para trasladarse al sector más exclusivo de Madrid. ¡Vaya que La Moraleja no es cualquier barrio! Dicen los enterados que ahí una casa cuesta más que un Fobaproa mal auditado.
Quien fuera la ex primera dama, que tras años de recelos a la Madre Patria y de exigir disculpas por la Conquista, ahora tramita ciudadanía española en el mismo lugar donde el jamón ibérico es más caro que el mole poblano. Eso sí, la mudanza coincide –¡qué casualidad!– con la llegada de Claudia Sheinbaum al poder y la retirada pública de López Obrador a tierras chiapanecas.
No faltan tampoco quienes recuerdan aquellos días en que, desde la Coordinación de Memoria Histórica, la hoy expatriada exigía al Rey de España una disculpa formal por la Conquista. Las vueltas que da la vida: ayer reclamando agravios históricos y hoy compartiendo vecindario con la nobleza madrileña. No si no hay a cuál irle.
La neta cae más pronto una anti española que una consejera de un presidente o presidenta de México.
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Dicen que los datos son tercos y, en tiempos de discursos grandilocuentes, más. Mientras la narrativa oficial presume avances en la reducción de la pobreza, los números que trae la información del INEGI cuentan otra historia, una que más de un político prefiere que no se lea entre líneas.
Para nadie es secreto que la pobreza es el elefante sentado en la sala de juntas. Si nos atenemos a los datos, el número de personas con al menos tres carencias sociales creció de 25 a 27 millones entre 2018 y 2024. Y ahí no para la cosa: la carencia por acceso a servicios de salud —ese que fue el estandarte de campaña y de mañanera— saltó de 20 millones a 44 millones. ¿Y el aplauso? Más bien, puro silencio incómodo en el auditorio.
El “logro histórico” no resiste ni el primer cruce de cifras. La población vulnerable por carencias sociales pasó de 31 millones en 2018 a 42 millones en 2024. “Es como presumir la foto del pastel sin mostrar que está crudo por dentro”.
¿A qué viene tanta maroma estadística? Pues a que este supuesto éxito, que costó cientos de miles de millones de pesos del erario, hoy se tambalea entre recortes, improvisaciones y, por qué no decirlo, la siempre oportuna manipulación de los datos.