—El divorcio entre PRI y PAN deja a tricolores en la lona
—Alex Domínguez juega ajedrez de barrio
–Jáuregui es el gallo con más plumas
El amasiato del PRI y el PAN que terminó por mutuo propio el blanquiazul dejó varias reflexiones entre los políticos locales.
Aquí los viejos lobos de la grilla comentan que la ruptura entre los dos partidos que anteriormente mantenían una alianza y que ahora parce tomará caminos diferentes, supuestamente por así convenir a los intereses políticos de Acción Nacional, dejó desahuciado al Revolucionario Institucional.
A Cruz Pérez Cuéllar y a Alberto Reyes Rojas, ¿qué les puede importar si aquí en Juárez no se concreta una alianza con el PAN? Al final, ya cuentan entre sus filas con la mayoría de los pocos priistas que quedaban, como Fernando Martínez, Mireya Porras, Enrique Licón, el profesor Ever Ramos, Roberto Barraza, Jaime Flores, Fernando Rodríguez Giner, Jorge Gutiérrez Casas, Fernanda Ávalos (antes de pasarse al Verde), Karla Escalante (anteriormente parte de Nueva Alianza y Morena), Jesús Manuel García Reyes, entre otros. Incluso, de manera discreta, hasta Adriana Fuentes y su grupo de allegados se han sumado.
Por su parte, Reyes Rojas, ante este éxodo, ¿qué podría ofrecerles a los panistas de esta frontera?
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Por cierto, en el PRI Alejandro Domínguez llevó a cabo una operación sencilla de cara a la gubernatura: sumar para alcanzar un empate técnico entre el PAN y Morena. Sin embargo, el asunto no es tan simple. Para empezar, en esta encuesta hace falta considerar la suma o resta final de los votos del PT y del PVEM, así como la operación correspondiente del PRI.
Domínguez anda moviendo las piezas con el sigilo de ajedrecista en torneo de barrio, pero aquí la política nunca es de receta de cocina y siempre termina teniendo sabor a chile habanero.
Así las cosas, en la frontera, mientras unos ya cantan victoria y otros hacen cuentas alegres, la realidad es que la elección se va a definir no por las sumas que hacen en los cafés, sino por los amarres y los acuerdos que se logren en los pasillos y detrás de las cortinas. El verdadero partido apenas empieza y a más de uno le va a salir la jugada al revés.
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Las mañaneras de la presidenta Claudia Sheinbaum se han convertido en monólogos repetitivos, en los que constantemente se hace apología a favor de los guindas. Quien las escucha ya sabe lo que va a pasar: puro elogio para el partido en el poder y, si acaso, alguna que otra indirecta para los adversarios.
Es como si pusieran el mismo disco todos los días, y la banda de seguidores ya hasta se sabe los coros.
Además, se desvía la atención de los temas incómodos para ellos y hasta se dan el lujo de editorializar asuntos como la solicitud de licencia al Senado por parte de Gerardo Fernández Noroña “Changoleón” o el relanzamiento del PAN.
Cuando surge una bronca, mejor le dan vuelta y sacan cualquier anécdota o comentario que nada tiene que ver, como si estuvieran platicando en la mesa de café.
Así, los temas que de verdad preocupan, nomás los dejan de lado mientras entretienen al respetable con sus propios intereses y chismes políticos. Y claro, si algún rival quiere lucirse, ya sabe que va a acabar siendo nota secundaria en el guion de la mañanera.
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Los números de la reciente encuesta de RUBRUM por las preferencias preelectorales de los aspirantes a la grande de Chihuahua, dejan ver que el panorama se pone cada vez más sabroso que un burrito con asadero de Villa Ahumada.
Según el sondeo de octubre 2025, Morena lleva la delantera en la intención de voto para la gubernatura, con un 37% que le sabe a gloria pero que todavía no garantiza la fiesta.
El PAN no se queda atrás, marcando 29%, y lo que más llama la atención es ese 18% de indecisos: los que aún no se animan a sacar la credencial y marcar la boleta, pero que bien pueden voltear la tortilla cuando menos se lo esperan los suspirantes.
Por el lado azul, Marco Bonilla no suelta la punta y deja a sus compañeros de partido —Daniela Álvarez, Gilberto Loya y Santiago de la Peña— viendo la pelea desde la banca.
En Morena, Andrea Chávez lleva la bandera y le saca 12 puntos a Cruz Pérez, quien seguro ya está buscando cómo revertir el marcador, porque aquí nada está dicho.
En la alcaldía de Chihuahua la cosa se pone más clara (por ahora): el PAN va arriba con 48% y César Jáuregui aparece como el gallo con más plumas, pachoncito y fuerte, dejando atrás a Manque Granados y Rafa Loera.
Morena, por su parte, tiene a Marco Quezada como su carta más visible, aunque Brenda Ríos y Miguel Riggs no sueltan el intento de meterse al quite.
Y si nos vamos a Ciudad Juárez, Morena se consolida con más de 22 puntos de ventaja frente al PAN; ahí Mayra Chávez, Filiberto Terrazas y Ana Carmen Estrada llevan la batuta, mientras que en los azules Daniela Álvarez, Rogelio Loya y Ramón Galindo intentan hacer ruido y mover el avispero.
Pero no hay que perder de vista que, más allá de los porcentajes y las gráficas, la verdadera batalla se juega en los pasillos, los cafés y hasta detrás de las cortinas.
Como buen torneo de ajedrez de barrio, Alejandro Domínguez anda colocando piezas con sigilo y paciencia, buscando ese empate técnico que le dé vida al PRI, mientras los demás hacen sumas y restas que no siempre salen en la calculadora electoral.
Y claro, mientras la presidenta Claudia Sheinbaum sigue con sus mañaneras que parecen disco rayado —puro aplauso para los guindas y alguna indirecta para los adversarios—, acá en Chihuahua la política no es receta de cocina; siempre tiene sabor picante y el ingrediente sorpresa lo pone la gente, esa que aún no decide si mojar la boleta por uno u otro.
Así que no se confíen, porque en este partido, el verdadero marcador se define con los amarres, los acuerdos de último minuto y, como siempre, las jugadas inesperadas. ¡Aquí el que canta victoria antes de tiempo, suele acabar cantando rancheras!
