—Pura doble moral de la 4T
—Revelan los privilegios ocultos de Andy López Beltrán
El senador Gerardo Fernández Noroña sigue siendo motivo de controversia, y no precisamente para bien, pues sus acciones escandalosas terminan salpicando negativamente a la Cuarta Transformación.
Resulta que el morenista se paseó el fin de semana en avión privado de lujo que cuesta más que la mayoría de los sueños guajiros de cualquier hijo de vecino.
Se trata de la nava Socata TBM850 digna de millonarios, que lo llevó a sus “Asambleas Informativas” en Torreón, Ciudad Acuña y Piedras Negras, según los registros.
Cada vuelo salió en unos 14 mil dólares, o sea, 280 mil pesotes al tipo de cambio. Fernández Noroña, tiene un salario mensual de 131 mil pesos como senador; en lo público predica la austeridad republicana, pero en lo oscurito se da estos gustitos de millonario.
Y para rematar, la presidenta Claudia Sheinbaum, cuando le preguntaron por el tema, salió con: “cada uno que responda por sus actos”, como quien no quiere la cosa. Para muchos la salida de la presidenta sonó a evasiva olímpica. Será que la austeridad que tanto pregonan sólo aplica para los de abajo, se preguntan muchos.
No es la primera vez que el senador se luce con este tipo de lujitos, vale recordar que marzo pasado ya presumió su asiento exclusivo de avión en Business Class rumbo a Estrasburgo, y recientemente le destaparon la cloaca de su casita en Tepoztlán de 12 millones de pesos sin registro ni impuestos pagados.
Ahí nomás va quedando registro de la incongruencia y la hipocresía, y es que este tipo de políticos son de dos caras: mientras en público se llenan la boca hablando de austeridad y cercanía con el pueblo, y de frases tan trilladas como “primero los pobres”, pero en privado no dudan en subirse a jets de lujo y disfrutar privilegios, de las mieles del poder que tanto critican.
Sus acciones dejan claro que predican una cosa y hacen otra muy distinta, alimentando la desconfianza ciudadana y la percepción de que el discurso solo es fachada.
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Si usted pensaba que Gerardo Fernández Noroña era el único que se da la gran vida mientras pide a los mexicanos se aprieten el cinturón, pues no; ahí está también Andy López Beltrán que anda por las mismas, sin ocultar que vive como magnate.
Resulta que ahora es coleccionista de arte, y no de cualquier artesanía, sino de piezas exclusivas dignas de museo internacional, traídas desde las mismísimas tierras niponas en donde le gusta pasear.
Y es que ayer salió a la luz que el buen Andy, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, se dio el gustito de comprar una obra de Yayoi Kusama —sí, la artista de las famosas calabazas y lunares— por medio millón de pesitos.
Según la investigación de Latinus, Andy pagó la friolera de 30,000 dólares en una galería de Tokio y, para rematar, la pintura llegó a la dirección que corresponde al departamento que AMLO compró en 2002 y presuntamente heredó a sus hijos.
Entre jets privados y obras de arte importadas, parece que el “primero los pobres” es sólo para los discursos y las mañaneras. En la vida real, los protagonistas del cambio se dan la gran vida, y que no falte el aplauso cuando salen a repartir frases trilladas sobre la cercanía con el pueblo.