El presidente Donald Trump anunció este lunes que, por segunda vez, Estados Unidos abandonará el Acuerdo Climático de París, en un movimiento que promete desmantelar el legado climático de su predecesor. La decisión, que tardará un año en formalizarse tras la notificación oficial a Naciones Unidas, representa un golpe devastador para la cooperación global contra el cambio climático.
Durante su discurso de investidura, Trump declaró una “emergencia energética nacional” con el objetivo de ampliar significativamente las perforaciones petroleras y de gas, y deshacerse de las regulaciones estrictas de contaminación para automóviles y camiones, las cuales calificó como un “mandato absurdo de vehículos eléctricos”.
“La crisis inflacionaria fue causada por el gasto excesivo masivo y la escalada de los precios de la energía”, argumentó Trump ante una multitud de seguidores. “Vamos a ‘¡Perforar, cariño, perforar!’”, exclamó, prometiendo convertir a Estados Unidos en una nación aún más rica explotando el “oro líquido” bajo el suelo.
Impacto global y críticas internacionales
La retirada del acuerdo climático, aun antes de formalizarse, ya ha generado fuertes críticas tanto dentro como fuera del país. Los expertos advierten que esta decisión podría desmotivar a otros grandes emisores, como China e India, a cumplir sus compromisos climáticos, erosionando décadas de esfuerzo internacional para reducir la dependencia de combustibles fósiles.
“El abandono de Estados Unidos del Acuerdo de París no solo es un retroceso para la acción climática, sino que también amenaza con desestabilizar el liderazgo internacional en el combate contra el calentamiento global”, declaró un portavoz de Naciones Unidas.
Más perforaciones, menos regulación
Trump anunció una serie de decretos que eliminarán las restricciones para perforaciones en áreas clave, aumentando significativamente la producción de petróleo y gas, mientras descarta las normativas de emisiones destinadas a fomentar el uso de vehículos eléctricos. En su lugar, el presidente prometió un futuro de “independencia energética total”, impulsado por combustibles fósiles.
Con este nuevo rumbo, Trump reafirma su intención de priorizar el crecimiento económico sobre los compromisos ambientales, lo que ha desatado protestas entre grupos ambientalistas y expertos climáticos. La pregunta que ahora queda en el aire es si esta apuesta por el “oro líquido” fortalecerá la economía estadounidense.