El gobierno de Donald Trump endureció su política migratoria con un anuncio polémico: el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) revisará publicaciones en redes sociales de solicitantes de residencia y ciudadanía para detectar opiniones consideradas “antiestadounidenses”.
“Los beneficios de Estados Unidos no deben otorgarse a quienes desprecian al país y promueven ideologías contrarias a sus valores”, señaló el portavoz del USCIS, Matthew Tragesser. El funcionario recordó que vivir y trabajar en la Unión Americana “es un privilegio, no un derecho”.
La medida abre interrogantes, ya que la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1952 no define qué constituye un sentimiento antiestadounidense. En aquel tiempo, las restricciones se centraban en el comunismo, pero ahora el gobierno de Trump apunta contra ideologías que considera antisemitas o contrarias a la política exterior estadounidense.
De hecho, el Departamento de Estado ha revocado en los últimos meses seis mil visas de estudiantes, principalmente a raíz de protestas contra la ofensiva israelí en Gaza. Las universidades y sus alumnos han sido señalados de antisemitismo por la Casa Blanca.
El plan ha generado críticas de defensores de derechos humanos, quienes advierten que podría usarse como herramienta de persecución política. El monitoreo de redes sociales abre la puerta a decisiones arbitrarias que limiten la libertad de expresión, advierten analistas.
Con este endurecimiento, Trump refuerza el mensaje de que la permanencia en Estados Unidos está supeditada a la lealtad al gobierno y sus aliados, lo que podría escalar tensiones con organizaciones internacionales que velan por los derechos de migrantes.
